«Este libro lo ideé con la necesidad de contar algo, por un impulso que me llevó a esa historia, y a la que siempre vuelvo»

La voz pausada, de palabras calculadas, recorre una respuesta. El Teatro Municipal está repleto. Héctor Abad Faciolince se acomoda en el sillón mientras conversa con Clara Elvira Ospina en el marco de actividades del Hay Festival Arequipa 2019. La pregunta gira entorno a los libros relevantes en su formación literaria. Existen escritores que exploran distintos géneros, y hay otros que solo se atreven a tener un solo tema, a publicar un solo libro por el que serán recordados. Reflexiona: «Y yo me arriesgo un poco con eso. Pues solo he tratado de escribir uno».

El Olvido que seremos es su refugio constante. Confiesa que el resto de libros fueron escritos sin saber en qué terminarían o qué sucedería en el proceso. «Este libro lo ideé con la necesidad de contar algo, por un impulso que me llevó a esa historia, y a la que siempre vuelvo. Creo que la sombra de mi padre es el motivo por el que lo escribí», comenta Abad. «Lo que pasa con los otros libros es que los escribí llevado por el interés de saber qué pasaba con determinada historia, pero no existía ese fuego que a veces te lleva a contar una».

El secreto del éxito del libro radica en su familia: en las experiencias con sus hermanas y padres, en la trágica muerte de este último, en su legado, en sentir la voz de ellas cuando repasa un texto en voz alta. «Siento que en mi escritura, yo que nunca tuve una voz propia, adapté con la voz de mis hermanas que no paraban de hablar en casa, además que lo hacían mejor que yo (Risas)... Era como vivir en un murmullo constante».

Reflejar la realidad tal y como la recuerda, lleva a Abad por un viaje intrincado de recuerdos familiares y personales, por el miedo producto de un lago de ahogados en el que solía nadar. «Una vez tuve que rescatar a una persona que se había ahogado, estaba en el medio del lago. Fallecieron muchas personas en ese lugar. Y ese miedo a estar en un lugar donde murieron tantos me dio pie a un nuevo libro», cuenta.

La inspiración puede que se haya perdido en algún momento, pero siempre supo permanecer en ese lado donde la imaginación es más confortable que la realidad. «Rulfo decía que no volvió a escribir porque se le murió una tía que le contaba las historias (Risas)».

La vida se le desdibujó a Héctor Abad el día que mataron a su padre. Y también fue el inicio del escritor que hoy conocemos. «No quisiera tener nunca más experiencias como las de este libro para escribir una novela parecida. Sí, ha tenido éxito, pero yo preferiría no haber tenido éxito y vivir una vida distinta», finalizó.