La posibilidad de acción

Una magistral cátedra sobre el populismo se llevó a cabo con dos grandes oradores que han examinado este fenómeno muy de cerca: el periodista colombiano, Alejandro Gaviria, y el escritor y también periodista nicaraguense, Sergio Ramirez.

Santos arrancó delineando aspectos claves del tema: (1) un antilelitismo casi que rabioso, fanático; (2) el rechazo a la democracia representativa; (3) un gran énfasis a las políticas identitarias; y (4) un discurso que sobre-simplifica la realidad en función de (5) una gran habilidad de articular la frustración, el resentimiento y los deseos de cambio de la mayoría. Mientras Santos apuntó esto último como una cualidad positiva, matizó que esta capacidad de enunciar los problemas no es lo mismo que la eficacia para resolverlos. Por lo tanto, aquí comienza el conflicto con el populismo.

Sergio Ramírez, quefue vicepresidente de Nicaragua entre 1984 y 1990, advirtió sobre la importancia de distinguir entre populismos, de no meter todos los brotes populistas a la misma bolsa. No se trata de un fenómeno del siglo XXI, en Latinoamérica viene de tendencias políticas “viejas, rancias y viciadas” que se dieron alrededor del continente, con ejemplos prominentes en Argentina, Brasil o Venezuela. “El populismo no surge de la nada”, dijo. “Se nutre de las falencias de la democracia y del agotamiento del sistema político”.

Se diagnosticaron movimientos populistas a lo largo de América Latina, se exploraron ejemplos de populismo en Estados Unidos, Europa, África, Rusia o China, en la actualidad y el pasado. Perfilaron un modus operandi político que promete todo, aunque estas promesas no sean viables, que sacrifica recursos naturales y que va acostumbrando a la sociedad a la tiranía y la destrucción sistemática de las instituciones públicas.

Finalmente la conversación se dirigió hacía lo que depara el mundo para las generaciones futuras, cómo las fallas de la democracia y la política ineficaz han erosionado la confianza en las instituciones. La juventud teme que no tiene un lugar en el futuro y esta incertidumbre nutre la complejidad de la problemática. Hacia el final de la charla, Santos y Ramírez sí tenían una visión optimista que ofrecer: es posible apostar por una democracia con correcciones, con capacidad de reforma. Una política modesta, que no busque ilusiones banas; cosas buenas han pasado y seguirán pasando y, en el fondo, las ideas importan. Existen parcelas de posibilidad de acción.