"Yo odio la tradición"

Para entender la mentalidad de Marjane Satrapi basta extraer una frase de la conversación que tuvo con Catalina Gómez, periodista radicada en Teherán desde 2007: "Yo voy por la libertad total en serio, en todos los sentidos. No entiendo por qué un hombre puede quitarse la camisa en verano y una mujer no; ¿por qué es indecente? ¿por qué mis tetas tienen que ser asunto de discusión?"

Marjane se fue de Irán en 1979, cuando la revolución islámica derrocó al sah. Bajo la dictadura del Sah la sociedad aparentaba ser moderna. "En los setenta estaban de moda las mini faldas, dice, que habían llegado de Estados Unidos luego de una revolución sexual. En Irán se usaban las más cortas de todas, pero al mismo tiempo debíamos ser vírgenes hasta el matrimonio. Por eso el nuevo régimen instauró el velo tan fácilmente, la mayoría de hombres estaban de acuerdo con esto, ¿ves? Es que no éramos modernos en realidad, sino muy tradicionalistas. Yo odio la tradición. Creemos que la supervivencia está en apegarnos a ella. ¡No!".

En París, Marjane dibujaba y trataba de publicar un libro infantil, pero la gente le insistía que escribiera la historia que quería contar a través de imágenes. Así nació Persépolis, la novela gráfica que le daría la vuelta al mundo inspirando la rebeldía de millones de mujeres, aunque ella prefiere no hablar de género, sino de seres humanos.

Cuando Catalina, que conoce al pueblo iraní, le preguntó a Marjane si su fortaleza tenía que ver con el temple de las mujeres iranís ella se alegró. Está cansada de que los medios pobreteen a los iranís. "Pero no se trata de ser fuerte, puedes ser una mujer vulnerable y débil también, se trata de situarnos como seres humanos. Si hay cosas que los hombres pueden hacer, no me cabe en la cabeza que a las mujeres no se les permita hacerlas".

Después del éxito de Persépolis un productor de cine invitó a Marjane a dirigir la adaptación de la novela. "Genial, pensó, luego de cuatro años escribiendo esta historia, puedo dedicarme dos años más a contarla de otra forma, ¡ni loca!". Pero una vocecita le hablaba al oído, ¿por qué no? Vas a ganar dinero y aprender algo nuevo". Así que se decidió a dirigir por primera vez en la vida, aprendiendo en el camino, convencida de estar haciendo la peor película de la historia. "¿Te gustó el resultado?", le preguntó Catalina. "Sí y bastante, respondió". Yo no conocía el trabajo en colaboración, que tu llegues con una idea a un grupo de personas y que ellos le pongan encima su talento y la hagan mejor me pareció fascinante".

Entonces Marjane siguió dirigiendo cine. Lo más reciente es una película de Marie Curie, Radioactive, que muestra su trabajo científico. "Mis padres me criaron para convertirme en una persona muy independiente, así que Marie Curie era un ejemplo a seguir para mí; es una genia, y al mismo tiempo era una persona complicada; a los hombres genios, por supuesto, se les excusa ser difíciles, pero a una mujer genia en todo caso le piden ser agradable. Nunca he visto una mujer llegar muy lejos siendo linda y apologética, tenemos que ser un poco irreverentes, eso me gusta. Cuando hago cine creo que le doy esperanza a los jóvenes iranís. En Irán, si te quieres expresar, básicamente tienes que hablar del velo o de la bomba atómica, nada más le interesa a la gente. Así que si yo les muestro que como seres humanos libres podemos interesarnos en algo diferente a nuestro país y nuestra religión los estaría inspirando. Mi gesto político es tratar de ser yo misma con todo el mundo".

Catalina vio Persépolis en casa de una mujer iraní que había pagado un alto precio por defender sus derechos. La vio que lloraba. Le dijo a Marjane: "Muchos iranís se vieron en la pantalla por primera vez cuando salió Persépolis y se distribuyó en el mercado negro". "Así es, y si otras personas pueden encontrarse en esta historia yo habré triunfado, significa que he tocado algo con mi experiencia. Es que la gente pensó que la caída del Sah traería la democracia, pero en realidad estábamos descendiendo de la pesadilla al infierno gracias a la revolución. Ahora el dictador es una especie de padre de la patria, esto es contra lo que debemos luchar, el enemigo de la democracia no es una persona, sino una cultura patriarcal".

Mirando atrás, Marjane reconoció que al escribir Persépolis estaba llena de odio, y entendió que se estaba comportando igual que el régimen; operaba con la emoción. "Pero la manera de dejar de crear monstruos es dándose cuenta de cómo se crean. Así que tomé distancia y pude sentarme en mi rabia", dijo. "Pero la gente en el poder, le respondió Catalina, y la sociedad en general, dentro y fuera de Irán, es muy fanática. La reconciliación es un reto enorme". Entonces Marjane la guió hacia su conclusión: "El esfuerzo lo tiene que hacer el que no es fanático. Los fanáticos se dejan llevar por la emoción. Tan pronto empiezas a cuestionarte te calmas. No puedes combatir el fanatismo con una guerra, tienes que mostrarles tu tolerancia. Quizá jamás nos comprenderán, pero nosotros los podemos comprender. Yo no soy una persona de 'paz y amor', yo puedo ser muy violenta, pero tenemos que dejar esa violencia por fuera de nuestras vidas colectivas".