"En Colombia los mafiosos lograron tener un espíritu político y los políticos un espíritu mafioso"

La sombra del presidente (Ed. Planeta, 2020) es la novela más reciente de León Valencia, analista, activista y columnista que creció escuchando a su padre leer los clásicos de la literatura. "Mi padre quedó prisionero de una silla de ruedas cuando yo era un bebé y de algún modo buscó libertad en la literatura, era lector en las tertulias que organizaba en los dos pueblos antioqueños donde vivimos: Andes y Pueblorrico, cunas de Gonzalo Arango y Jaime Jaramillo Escobar".

León llegó a vivir a Medellín a los 22 años. Se le abrió el mundo. Allí descubrió a Borges, la novela francesa del siglo XIX y el cine italiano a medida que hacía un activismo político revolucionario, de izquierdas. "La ciudad fue una pasión para mí -confiesa en el Hay Digital Medellín-, no ha ocurrido nada más importante en mi vida que los años que pasé allí del 77 al 87. Esos diez años los cuento en Con el pucho de la vida (Ed. Debolsillo, 2004). Luego me extravié en los libros académicos y políticos, pero estoy volviendo a mis orígenes".

Luego de haber publicado una quincena de libros sobre la realidad nacional, Valencia, que militó en el ELN en los ochenta, se propuso salir de la camisa de fuerza de la academia para explorar otra forma de la verdad. "Para mí llevar los personajes de la realidad a la ficción es un cambio alegre porque la academia tiene la carencia de la vida oculta, la psicología, los sentimientos, los dolores a fondo de los personajes, esos son temas que la academia no permite trabajar al antojo. El reto del novelista es construir personajes más creíbles que los de la vida real".

El cúmulo de conocimiento adquirido en una vida de investigar, en especial sobre la relación de la política y la mafia, tuvo que ser depurado antes de entrar en la novela donde tomó forma en los personajes de Gregorio Echeverry y Carlos Ferraro, la clase alta y el hombre de la mafia. "Carlos Ferraro encarna un personaje que no existe en la mentalidad de los colombianos: el consiglieri o consejero de la mafia, ese personaje que le habla al capo al oído, que es un anfibio entre la legalidad y la ilegalidad, que sostiene el aparato de la mafia; pero aquí sí los hubo".

Hacia el final de la conversación con el periodista Diego Aristizábal, Valencia soltó una de esas sentencias que muestran a Colombia, un país con más facetas que un dodecaedro, por algún lado inesperado: "en Colombia los mafiosos lograron tener un espíritu político y los políticos un espíritu mafioso, pero en Colombia la gloria es muy efímera, la pasión por las personas desaparece rápidamente. Este país es un entramado de cosas muy escabrosas y sublimes".