Los años y los relatos de la guerra contados con el ánimo de escandalizar, de politizar y de dividir a un país han hecho incomprensible para muchas personas cosas que es necesario entender para pasar la página de cincuenta años de conflicto armado. Por ejemplo, ¿qué llevó a un intelectual, a un artista del tamaño y la sensibilidad de Sergio Cabrera, a meterse en la selva colombiana para respaldar la lucha de una guerrilla a la que casi nadie en el país comprendió jamás?
Cabrera regresó de China, donde sus padres lo dejaron a él y a su hermana Marianela, cuando terminó su entrenamiento militar y su formación ética y política. Recién desempacados en Colombia se vincularon al Partido Comunista Marxista-Leninista Pensamiento Mao Tse-Tung y luego hicieron parte de la guerrilla Ejército Popular de Liberación, o EPL. Allí Cabrera empezó a sentirse diferente de sus compañeros de lucha desde el comienzo, y a entender que el sentir del pueblo distaba mucho de la revolución social que había vivido en China. Así cuenta Juan Gabriel Vásquez lo que fue su primer día de marcha en los bosques de Dabeiba.
"Nadie más se fijó en las bromelias, ni en el color de mercurio de los yarumos, ni en el tamaño de algunas hojas por las que el agua bajaba como una regadera, y Sergio se dio cuenta de que sorprenderse en voz alta estaría fuera de lugar, y todavía más ridículo sería contar que todo aquello le recordaba la visita al Jardín Botánico de Pekín, donde había visto al último emperador de China como ahora veía a sus compañeros".
Habrá quien quiera creer que Juan Gabriel Vásquez es ahora un novelista "de izquierda". Es triste pero hay que decirlo: nos hemos acostumbrado a reducir la vasta complejidad de la realidad a dos direcciones, derecha o izquierda. Aprendimos a reconocer la lógica del enemigo, pero dejamos que la verdad se nos escapara de las manos. Vásquez pretende ayudar a recuperarla sabiendo que la tarea no la puede hacer sólo, que se necesitan muchos narradores para armar el relato plural de lo sucedido, pues como dijo la Nobel de Literatura Svetlana Alexeievich, "la verdad no reposa en un solo corazón".
"Yo quería hacer que el lector guardara el dedo acusador y se dedicara a entender", reveló Vásquez. Para eso decidí tomar el punto de vista de los personajes en todo momento, lo que supone que yo mismo debía desaparecer de la historia; eso implica un intenso esfuerzo de imaginación moral, de sentir con el otro".
Para Cabrera no fue nada fácil desenterrar tanto pasado. Confesó que ha sido una persona reservada y que acaba de atravesar una especie de exorcismo tras siete años de dedicarle tiempo a este proyecto con Vásquez. Ahora que su vida y la de su familia se han vuelto de conocimiento público, solo espera que los lectores reciban la historia con la actitud de comprender a una generación que creyó que podía construir un futuro más justo.
Volver la vista atrás (Ed. Alfaguara, 2020) es una ficción biográfica, es decir que en ella todos los acontecimientos y los personajes son reales. "Aquí la ficción tiene un significado limitado, explicó Vásquez: quiere decir modelar, dar forma, esculpir. Mi primera regla fue no hacer daño. Dicho eso, uno no pasa siete años escribiendo un libro para maquillar a las personas o a la realidad. Pero tenía la tranquilidad de que Sergio iba a leer el manuscrito y a tomar algunas decisiones sobre lo que iba a quedar en el texto. Al final, él entendió que había que entregarse por completo, o de lo contario no habría libro".