“A este paso, Chiribiquete no va a aguantar mucho tiempo”

Colombia está en un punto de quiebre. La serranía del Chiribiquete, poblada hace casi veinte mil años, se enfrenta a una deforestación que avanza sin cordura por todos sus frentes. Con más de tres millones de hectáreas, es el Parque Nacional Natural más grande de Colombia. El antropólogo Carlos Castaño Uribe la declaró área protegida en 1989, siendo director de Parques, dos años después de tropezar con ella desde el aire, en un vuelo con destino a Leticia que tuvo que desviarse sobre la selva gracias a la tormenta que encerraba a la avioneta.

El lugar era tan desconocido que ni siquiera aparecía en las cartas aeronáuticas más avanzadas. Sin pensarlo dos veces, cambió su itinerario y se dedicó de lleno a estudiar el área. Los dos años previos a la declaratoria de Parque Nacional fueron de sobrevuelos exploratorios para conocer sus confines y límites borrosos.

Desde entonces Carlos Castaño ha dedicado su vida a una investigación permanente sobre esta ecorregión, recientemente declarada por la UNESCO como Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad. El periodista y escritor español Jesús Ruiz Mantilla le pregunta por qué Chiribiquete ha logrado conservar su tapete verde y sus 75.000 pinturas rupestres, mientras lugares más lejanos de la Amazonía han perdido su cobertura original. La estrategia, responde, fue mantener un pacto de silencio. “Hemos tratado de hablar lo menos posible de ese lugar solemne, pero me di cuenta de que proteger el sitio va a requerir de un enorme esfuerzo que la institucionalidad del país no está preparada para asumir.”

Su topografía es valiente y agresiva. Hasta hace poco, los raudales del Apaporis, arteria fluvial de Chiribiquete, impedían que lo penetraran fácilmente. Ahora está comprobada la existencia de grupos indígenas que utilizan la zona con propósitos espirituales. Solo los chamanes más avanzados ingresan y, cuando lo hacen, buscan conectarse con ese lugar de origen, donde se hace evidente la comunicación que mantienen con los espíritus de los jaguares.

Llega el final de la conversación. El público aplaude, pero el antropólogo no ha terminado. Le pide a los asistentes, ya de pie, que comuniquen bien el mensaje: el Chiribiquete está expuesto. La deforestación nunca ha sido tan desaforada. Y la mejor manera de conservar este lugar, axis mundo del continente, es no ir a él. Nos ha pedido a todos que seamos guardianes del Chiribiquete, y hemos respondido con aplausos.

Escucha la Charla SURA. Carlos Castaño Uribe en conversación con Jesús Ruiz Mantilla en el Hay Player