Haber estado en el Hay festival 2020 fue como vivir un mundo imaginado: unidos por las palabras, recitadas, cantadas, habladas, escritas o leídas. Donde no importaba tu nacionalidad o lengua. No había fronteras ni países, solo formas diferentes de ver la realidad o lo imaginado.
En Jericó, leí mis libros con los chicos de una escuela rural y nos divertimos hablando de los animales que veían en los cafetales. Luego, con “secretos para contar” disfrutamos los libros con familias rurales de la vereda La Cestillala que gozaron y aprendieron de las palabras que vivirán en cada uno de sus hogares.
Me llevo en el corazón al Pozón en Cartagena. Fue un taller donde sentí que mis historias llegaban a cada uno de los niños y con solo palabras nadamos con la ballena roja y recorrimos la selva con la danta blanca. Al final, ellos me llenaron de abrazos de oso perezoso y fui muy feliz.
Y colorín colorado este Hay se ha acabado