Tres años de Bogotá39 (III). Brenda Lozano

Con el objetivo de seguir celebrando la buena literatura, resaltando el talento y la diversidad de de producción literaria en Latinoamérica, hablamos con los integrantes de la lista Bogotá39-2017, tres años después de haber sido seleccionados. Brenda Lozano (México) es narradora, ensayista y editora, autora entre otros de Cómo piensan las piedras y Brujas.

Han pasado tres años desde que se publicase la lista Bogotá39-2017 y fuiste seleccionada. ¿Nos puedes contar cómo ha continuado tu trabajo como escritor/a desde entonces?

En 2017 publiqué un libro de cuentos que se llama Cómo piensan las piedras y hace un par de meses publiqué una novela que se llama Brujas.

¿Podrías compartir con nosotros los nombres de tus autores/as favoritos de cuento y novela?

Todo cuanto sea escrito por mujeres me da curiosidad. Como estudiante de literatura seguí el canon que es predominantemente masculino. Ahora me pregunto cómo sería, por ejemplo, estudiar los poemas medievales canónicos –esos poemas épicos de fuerza, potencia, ambición, guerra y monarquía como el Cid o Roldán, o los fundacionales como los Nibelungos–, si estuvieran basados en otros hechos históricos o en otras mitologías donde hubiera protagonistas femeninas o si fueran narrados desde una perspectiva femenina. O incluso esos mismos relatos cómo hubieran pasado a la Historia si hubieran sido transcritos por monjas en vez de monjes que metían bastante de su cuchara. Tal vez ya me fui muy lejos, pero todo para decir que me interesa leer el presente desde el punto de vista de las mujeres. Hay varias autoras latinoamericanas que me interesan mucho, el trabajo de Carolina Sanín, Amalia Andrade, Margarita García Robayo, Pilar Quintana, María Paz Guerrero, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor, Sara Uribe, Verónica Gerber, Carla Faesler, Yásnaya Aguilar, aunque hay varias más que sigo.

¿En qué proyecto/s estás involucrada en estos momentos?

Escribo en El País y estoy intentando un libro, que aunque es un manuscrito y no sé si se convierta en libro me gusta lo neutral de la palabra más lejos de los géneros.

¿A qué paisano/a tuyo recomendarías para una hipotética Bogotá39-2027?

A las increíbles y muy potentes voces de Jimena González (Ciudad de México, 2000) y de Ytzel Maya (Ciudad de México, 1993).

¿Cuál deber ser el papel de la cultura en el mundo post-cuarentena? ¿Crees que cambie mucho en relación al contexto previo?

No lo sé, me imagino que la relación con todo se ha transformado en la cuarentena. La relación con nuestros cuerpos ha cambiado y si eso cambia, me parece que cambia nuestra relación con el mundo y con las historias. Después de todo, las historias están también nuestros cuerpos. Por otro lado, han sido tiempos de estrés, de introspección, de un freno de mano a la línea del tiempo tal como la flecha veloz y capitalista que sólo apuntaba en una dirección, y creo que ese freno abrupto ha cambiado mucho la manera en la que nos relacionamos. Aunque hoy mismo vi en Twitter filas inmensas para entrar a Zara, que contradice tanto todo.

Borges se imaginó el paraíso como una gran biblioteca, Kafka se imaginaba viviendo en un sótano donde pudiese leer, y Woolf recalcó la importancia de una habitación propia para escribir poesía y ficción. En tiempos de confinamiento y con los nuevos formatos de lectura digital, tal vez ellos hubieran cumplido sus fantasías. Para un escritor, ¿es la cuarentena un paraíso o una pesadilla?

Pasa que el contexto de ese sótano o habitación en el que ahora estamos recluidos es una pesadilla. Supongo que ese paraíso, ese sótano y esa habitación propia eran una forma de aislarse del mundo que afuera tenía un curso rutinario, eso que llamábamos normal. La diferencia es que ahora estamos obligados a ese confinamiento porque salir es una amenaza a la vida. Y eso cambia la relación con el espacio. Pero quizás me puse muy literal… Creo que teóricamente podría ser más un paraíso si pensamos en una idea más setentera del escritor que escribe a la Montaigne enclaustrado, dedicando a la escritura las mismas horas que en un trabajo de oficina, pero creo que hoy en día la escritura es por suerte más amplia, también es colectiva y está en contacto con tantas otras voces que se aleja de esa práctica de escribir como un escritor aislado. Lo cual me hace pensar en que muchos de los libros del canon hegemónico, masculino, están escritos en tercera persona omnisciente por una falsa idea de dominación. Si lo pensamos, la voz omnisciente es la fantasía patriarcal. Y eso es algo que me gusta mucho en la literatura escrita por mujeres, las primeras personas, la incertidumbre en las historias, lo borroso de los géneros literarios. Son puntos de vista en contacto con otros puntos de vista y esta es una respuesta larga para decir que tal vez para una escritora el confinamiento en tiempos de covid y post covid se parezaca más a una pesadilla que a un paraíso.

¿Durante el confinamiento estás siendo más escritora o lectora?

Respondiendo esto de una forma muy sincera, creo que el confinamiento me ha servido para darme chance de equivocarme con mucha libertad. Por ejemplo, en la cocina. Puedes experimentar sin la presión de servirle a la familia o a un grupo de amigos con hambre. Hay algo en el confinamiento que ciertamente puede servir de laboratorio. Ciertamente estamos hechos para producir cosas terminadas, que puedan salir al mercado, que se puedan publicar, que puedan circular, pero tal vez este tiempo se parece a ese exagrama del I-Ching sobre la preponderancia de lo pequeño, al no poder tomar grandes decisiones más que en lo pequeño, ahí donde puedes equivocarte libremente.

¿Cuál es el libro inevitable durante el confinamiento?

He estado releyendo los poemas medievales porque me dan mucha curiosidad cómo están armados en la oralidad, cómo los narradores ceden voces a los personajes. Como dice un amigo, lecturas que son como platos del buffet del hotel, ese momento en el que puedes poner los macarrones con queso al lado de las albóndigas al lado de la gelatina de uva. Estoy con algunos clásicos medievales, con Tu cruz en el cielo desierto de Carolina Sanín, Convenience Store Woman de Sayaka Murata, una novela sobre una mujer que trabaja en un súper en Tokio, que no encaja en nada, y estoy a punto de empezar la nueva novela de Catherine Lacey, Pew, que me muero de ganas de leer. Tampoco era parte de la pregunta, pero con ganas de servirme helado napolitano en el buffet, he escuchado mil veces el nuevo disco de Fiona Apple, me encantó.