Hay Festival 2019, como en casa

Perdí la cuenta del número de años que llevo asistiendo al HAY Festival. Cada vez me gusta más. Cada HAY me deja con ganas de regresar al siguiente. Cada vez me siento más en casa. Reconozco los lugares de interés, disfruto las comidas en el hotel Santa Clara con inesperados encuentros, despierto con ganas de comenzar pronto la jornada y me acuesto repleta de entrañables eventos que no me dejan dormir de tan viva que me siento.

Este año, con algunos de mis mejores amigos, Pilar Lozano, Celso Román y Alekos, el placer de la buena compañía, las conversaciones, los chismes, los paseos por la bella Cartagena histórica, lograron que el HAY fuera más memorable que nunca.

Sin embargo, lo mejor de esta nueva versión fue lo que algunos consideran trabajo y que yo asumo como lo más importante: los talleres en los centros comunitarios.

Es de admirar la actividad previa a mi llegada como autora. Niños, maestros, líderes y bibliotecarios habían leído mis libros, conocían mi biografía, habían organizado fiestas de bienvenida. No se trató de eventos fugaces ni pasajeros. Fueron acercamientos profundos entre seres humanos que querían compartir experiencias. Estos procesos, cuyos remates fueron las conversaciones cara a cara con este personaje de carne y hueso que durante un buen tiempo parecía de ficción, alegraron mis días. Así, mientras adultos llegados de muchos lugares asistían a los eventos programados por el HAY y se deleitaban con invitados de gran renombre, los lectores de las comunidades crecían como lectores.

Agradezco, como siempre, al HAY Festival, desde sus directores y organizadores hasta los equipos de apoyo, por esta invitación que me honra y me anima a seguir pensando en nuevas estrategias para abordar a grandes y chicos, eso sí, sintiéndome como en casa.