Tiembla

“Escribir sobre el temblor es al mismo tiempo una estupidez y algo inevitable”, aseguró Alejandro Zambra en la mesa alrededor de la antología de textos sobre el terremoto del 19 de septiembre de 2017, realizada por Diego Fonseca y publicada por Almadía.

Zambra nació en Chile, otro país ubicado en una zona sísmica inclemente. “Los países pueden dividirse entre aquellos donde tiembla y en los que no; donde sí lo hace, los terremotos forman parte del imaginario colectivo de toda la población, ya sea a través de recuerdos o de fábulas míticas de los padres y abuelos”, continuó el escritor chileno que vivió el terremoto de 8.8 en su país y vino a este a padecer otra experiencia extrema sólo que esta vez con un hijo recién nacido, lo cual re-configuró inmediatamente el espectro de sus urgencias y emociones cuando la tierra comenzó a sacudirse.

Alma Delia Murillo, realizó un texto titulado “Dónde te agarró el temblor”, a propósito por supuesto de la célebre canción de Chicho Che. La apropiación del título de la canción sirvió como motivo para explicar cómo la escritura, la música o el humor, son los elementos más eficientes para ejercer la catarsis indispensable para no anidar de manera definitiva un estrés post-traumático. Las situaciones límite nos ubican en una perspectiva distinta a la norma y nos obligan a pensar en nuestro entorno de manera distinta. En el territorio, en la colectividad, en el espacio que nos cohesiona como habitantes de una ciudad. Por ahí profundizó su intervención la autora de El niño que fuimos (Alfaguara, 2018).

Laura García no conocía a la mayoría de sus vecinos. El sismo destruyó los cimientos de su edificio y semanas después del terremoto le dieron a cada vecino 20 minutos para desalojar las pertenencias que alcanzaran en semejante espacio de tiempo. Así se titula su texto –“20 minutos”–, mismo que conduce a una reflexión hacia ese exo-esqueleto que son nuestras posesiones, qué lugar ocupan y cómo definen nuestra interacción con el mundo.

Guadalupe Alonso, la moderadora, puso sobre la mesa temas críticos como la forma en la que el temblor escupió de manera flagrante algunas de las inclementes polarizaciones sociales de la ciudad. La grave corrupción inmobiliaria seguida de la repugnante corrupción en torno a los recursos para la reconstrucción de la ciudad, son señales de alarma de una ciudad que ha perdido piso ante la voracidad, la corrupción, la falta de colectividad (que sólo emerge durante la tragedia) y ahora ante el atroz látigo del crimen organizado.

Los fondos recabados por la venta de la antología serán destinados a la reconstrucción de comunidades oaxaqueñas devastadas por el terremoto del 7 de septiembre del año pasado.