Trueba y el reto de llevar al cine El olvido que seremos

El olvido que seremos es considerado, a nivel internacional, como patrimonio emocional Colombiano, así anotó Guillermo Altares para dar apertura a la conversación que llevó a cabo con el madrileño Fernando Trueba, director que llevó al cine el título de Héctor Abad Faciolince, y que se lanzará próximamente.


El impacto que generó en el director de la película es contundente: decidió dirigir la película basada en el libro por la manera como Abad Faciolince celebra la vida a pesar del horror. El libro narra con un amor legible el dolor que causó en el autor el asesinato de su padre, pero también hace una sentida reseña de la educación que recibió de su parte, del entrañable sentimiento que los unió hasta el último aliento, y cuya ausencia se convirtió en un memorial de admiración y amor profundo, hecho libro, quizás, el más honesto y desgarrado que haya escrito un hijo inspirado en su padre.

El director Trueba cuenta que fue la profundidad del libro que lo hizo dudar en aceptar la dirección de la película; le resultaba una responsabilidad muy pesada para asumir. Sin embargo, había entonces una razón poderosa para repensar y decidir dirigir la primera película basada en el libro de Abad Faciolince.

La conversación con Altares estuvo salpicada de remembranzas y evocaciones del proceso creativo y producción de la película. Trueba vivirá fascinado con lo alquímico de la narrativa de Abad Faciolince al relatar 
Esa cosa tan terrible que es el olvido, insistió en decir. "Es un libro que uno le da a la gente que quiere". Así mismo, en medio de la conversación que dejó en evidencia la profunda conexión con el escritor y su obra, Trueba contó a su interlocutor y a los asistentes algunos detalles de cómo eligieron el actor para el personaje principal, Héctor Abad Gómez, el médico y activista de la Universidad de Antioquia asesinado por promover la salubridad y el agua potable a manos de oscuras agencias del hampa organizada, por los años en que Medellín era carne de cañón en el conflicto que padecía Colombia: Javier Cámara le recuerda a Héctor Abad Faciolince su padre, su propio padre .

El actor se metió en el personaje, parecía poseído, y en ningún momento fue impedimento su origen español para recrear al padre de Héctor Abad, un paisa profesor con aires de bonachón que, para Trueba, encarna una bondad y una educación que vivenció a través del libro y no en otros momentos de su propia vida.
La película aún no se estrena, pero la familia Abad Faciolince la ha aprobado y se ha sentido a gusto con el resultado.

El director insiste en la fascinación que siente por el país, "Siempre es extraordinario venir a Colombia". La calidez humana del colombiano contrasta con esa huella indeleble de violencia mayúscula que atraviesa su historia: "En Colombia hay algo especial. No sé lo que es." Afirmó Trueba, entusiasmado y a la vez pensativo, a la hora de definir sus estancias en el país. Cuenta también cómo es la presión de llevar al cine un buen libro, y reconoce que ser humilde y correr el riesgo son las tácticas espirituales para asumir una situación. "Es una lectura necesaria. Contribuye a la transformación de Colombia. Héctor Abad Gómez tenía una visión de concordia para proponerle a Colombia". 

En medio del desenfado, reacciones del público y carcajadas espontáneas, Altares acompañó a Trueba en el recorrido de su obra, que es la historia de su vida misma y sus afectos. Trueba habló del compromiso que sintió puertas dentro con el libro, y agradeció de muchas maneras a Héctor Abad Faciolince, el autor, por el acto de delicadeza y generosidad de irse de Colombia para liberar a la película de la natural presión que el autoe del libro pudiera ejercer sobre el proceso. 

Altares no se quedó con el relato alrededor de la película basada en el libro y sus infidencias, incitó al director a relatar detalles de su entrañable amistad con el fallecido Bebo Valdez; "Bebo era un niño, nunca se quejaba. Una maravilla de ser humano, era la alegría como Héctor. Así, entre remembranzas de viejas y sinceras amistades, del reconocimiento que hace a su madre y a las mujeres de su época en España, al recuerdo de varios personajes víctimas de la ignominia reconoce que existe un objetivo en común, una pelea en conjunto contra el olvido, y es transmitir historias, emociones, realidades para que esas cosas no vuelvan a ocurrir. Es un idealista al que le hace ruido la utopía, pero la busca en su disciplina. Desde ya, la película cuenta con altas expectativas luego de escuchar a su director explayarse en razones para verla.