“A pesar de los pesares, vivo en una ciudad hermosa”: La Habana que ama el escritor cubano Leonardo Padura
Mario Conde es detective y protagonista de varias de las novelas del escritor cubano Leonardo Padura, quien recibiera el premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015. En noviembre de 2019 BBC Mundo le pidió a Conde que hiciera el ejercicio contrario, que por una vez escribiera sobre Padura quien estará conversando en el Hay Colombia Digital el viernes 29 de enero a las 20:30. Aquí el escrito de Conde.
Tengo un amigo escritor al que le encanta que yo le cuente las cosas que me pasan en esta, mi vida loca, con su loca realidad, como dice el cantante cubano Pancho Céspedes, que, les paso el dato, también es mi amigo y se inspiró en mí para hacer su canción Vida loca, y de verdad le quedó bonita.
Ese escritor y yo nos conocemos hace mucho, mucho tiempo.
Allá por los inicios de la década de 1970 fuimos compañeros de estudios en el preuniversitario de La Víbora, aquí en La Habana, y desde hace como 30 años escribe novelas con las historias de esas cosas locas que a mí me pasaban cuando era policía de investigación criminal. hasta que me harté de eso- y las que me pasan desde que me dedico a comprar y vender libros viejos, porque de algo hay que vivir.
Ese escritor, por cierto, se llama Leonardo Padura, aunque eso no es tan importante. La primera novela que escribió conmigo se titula Pasado perfecto, y tiene que ver con algunas gentes que los dos conocimos cuando estudiábamos en ese bendito Pre de La Víbora y luego ha publicado como ocho más (Máscaras, Adiós, Hemingway, La transparencia del tiempo, esa es la última), en las que me pone de protagonista (gracias, Leo) y dice algunas cosas de mí que no debía de haber dicho y otras que me emociona que haya revelado… Lea más aquí.
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El cubano invisible
El escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) ha recibido numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera. Ganador de los premios Hammet y Raymond Chandler por sus novelas policiacas, protagonizadas por el ya mítico detective Mario Conde, y del Princesa de Asturias por toda su trayectoria literaria, ahora la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara le ha otorgado la Medalla Carlos Fuentes, galardón que le produce una “satisfacción especial” por ser Fuentes uno de los pilares de aquel boom de la literatura latinoamericana que le cautivó como lector cuando era solo un joven universitario, y que, más tarde, al dedicarse profesionalmente al oficio de narrar historias, tuvo considerable influencia en su obra…. Además de recibir la distinción de la FIL, el escritor acaba de ser invitado a formar parte de la Academia Mexicana de la Lengua. Ya era miembro de las academias de Panamá, Costa Rica y desde 2016 de la de Puerto Rico, a la que entró junto al nicaragüense Sergio Ramírez (también ganador de la medalla Carlos Fuentes). “En aquel momento todavía no había ingresado en la academia de mi país, y Sergio bromeaba: tranquilo, Padura, que ya te vas acercando”. Desde hace dos años ya lo es. Y concede mucha importancia a su labor de académico en estos tiempos en que cualquiera le da una patada al diccionario. “Es importante el contacto con el idioma que se habla, la capacidad de fijar un idioma, de limpiarlo y evitar contaminaciones, pero a la vez de aceptar contaminaciones, porque en un mundo global es inevitable”. En estos momentos, Padura se encuentra en plena promoción de su último libro, Como polvo en el viento, una novela coral que trata de la diáspora cubana y de los males del exilio, un tema que para él se ha convertido en una obsesión literaria. “Siempre los exilios son dramáticos. Salir de lo propio y tratar de insertarse en lo ajeno, incluso aunque sea en un país con la propia lengua, es algo tremendo, y este conflicto alimenta a un escritor”, opina Padura, que ya en La novela de mi vida trató el asunto al recrear la vida del gran poeta romántico cubano José María Heredia, exiliado en Estados Unidos en 1823 tras participar en una conspiración contra del poder colonial español. “Desde que Cuba es Cuba y desde que los cubanos tenemos conciencia de nuestra identidad, el drama del exilio nos ha perseguido”. Lea más aquí.
Por Mauricio Vicent en El País. 29 de noviembre del 2020. "Me interesa la historia para iluminar el presente".
Mario Conde y sus amigos, que rondan los 60, pertenecen a la generación de los cachorros de la revolución. Una generación frustrada, como repite en la novela. Ya sé que es complejo, pero ¿puede explicar brevemente por qué?
Porque hemos llegado a un punto, los 60 años como dice, en el que somos demasiado viejos para reciclarnos en la Cuba presente y futura, pero demasiado jóvenes para morirnos. Una generación que acudió masivamente a la Universidad; que se preparó y leyó todo lo que pudo, aunque no siempre lo que quiso; que en general no optó por la emigración, y que cuando andaba por la treintena y llegó el año 1990 vio cómo –al caer la URSS-, ¡pum!, el país se derrumbó: económica y moralmente. De pronto, un amigo me decía que su trabajo como médico era atender pacientes pero su medio de vida era conducir un taxi. Y otro que decía que su pasión era dar clases en la universidad pero su sustento venía de cuidar las plantas en un edificio de oficinas. Pero además, a los sueños rotos se le suman los hijos que se nos van, diría que un 90% de los casos entre mis amigos, quedándonos nosotros con padres nonagenarios a los que atender y ayudar porque reciben una pensión de diez dólares al mes. Lea más aquí.
Por Fernando García en La Vanguardia. (3 de febrero del 2018). “Cuba sufre una grave pérdida de valores y degradación moral”.
¿Qué otras cuestiones le preocupan, en relación a nuestro futuro colectivo?
Uno de los mayores riesgos es claramente la concentración de poder de las grandes empresas, que están en situación de mayor ventaja frente a las pequeñas y medianas. Éstas se verán muy afectadas: en Italia, ya se habla de que el 33 por ciento no va a resistir, y la economía italiana está fundada en esos pequeños negocios familiares; una panadería, un taller de costura. Y otro problema es que China manejando la pandemia nos da una pauta de cómo puede ser llegar a ser un mundo hipervigilado, en el que cada acto de la vida de las personas está controlado por un poder central, un partido o cualquier otra forma de Big Brother, al estilo que planteaba 1984, de Orwell ¿Nos controlarán la temperatura y también lo que comamos, hagamos, y hasta caguemos?
¿Imagina que podría ser así?
No me sorprendería para nada.
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Por Verónica Abdala en Clarín. (22 de mayo del 2020). "En Cuba hay largas colas para comprar un pedazo de pollo, pero la salud funciona"
"Yo pago un precio por vivir en Cuba y escribir lo que escribo sobre Cuba. La difusión de mi obra en Cuba es mucho menor que en muchas otras partes del mundo. Yo hago en el año un promedio de 200, 250 entrevistas y de esas 5 me las hacen en Cuba, en medios alternativos, casi nunca en medios oficiales… Nunca salgo en la televisión, nunca salgo en el periódico, soy un poco invisible en Cuba. Pero [las autoridades] no me molestan. Me dejan escribir y para mí lo mas importante no es ser una figura publica sino un escritor que escribe", asegura el novelista que desde sus inicios denuncia el "abuso de poder, la corrupción, la persecución de los homosexuales… Yo hace muchos años que tomé la decisión consciente de que quería vivir y escribir en Cuba. Porque en otro lugar estoy seguro que no hubiera podido hacer la obra que he escrito. Yo tengo un fuerte sentido de pertenencia a la realidad cubana, a la ciudad de la Habana. Yo soy un escritor cubano que quiere escribir sobre Cuba". Lea más aquí.
Por Christophe Parayre para la Agencia AFP. (1 de noviembre del 2019). Leonardo Padura, cronista de la "gran desilusión" en Cuba.