Reconstruir la historia de las víctimas de Jack el Destripador 133 años después

Hallie Rubenhold (Reino Unido-Estados Unidos) es historiadora, escritora y consultora histórica para programas de televisión y cine. Ha escrito dos novelas históricas y cinco libros de no ficción, entre ellos, The Covent Garden Ladies y Lady Worsley’s Whim, que inspiraron series de televisión en el Reino Unido. Su más reciente obra es Las cinco mujeres, la reunión de cinco biografías de mujeres que fueron halladas muertas en 1888, presuntas víctimas del famoso Jack el Destripador. En su obra explora predominantemente el tema de la vida de las mujeres en el Reino Unido del siglo XIX, con especial interés en un aspecto tan tabú para la conservadora sociedad británica de la época como lo fue el sexo.

En su libro, Las cinco mujeres (Libro del Año, Hay Festival, 2019) se enfrentó al mito de un monstruo, Jack el Destripador. Pero lo verdaderamente monstruoso resultó ser el modo en que el mito fue creado y el efecto que tuvo en la mente del público, la manera en que objetivizó a sus víctimas como prostitutas. ¿Dónde escarbó para encontrar las historias de estas mujeres?

Cuando empecé a investigar sobre las víctimas me pareció sorprendente que nadie había intentado escribir un libro sobre estas mujeres, o poner sus vidas en contexto. Se han hecho trabajos más pequeños, obras genealógicas, pero nada que ensayara una inmersión profunda en sus vidas. Siempre que se mencionan estas cinco mujeres en realidad se está hablando de Jack el Destripador. Es como si sus vidas solo importaran dentro del propósito de intentar averiguar la identidad de su asesino.

Como se había publicado tan poco sobre ellas, utilicé cada pedazo de información de los archivos que pudiera encontrar para armar sus historias. Lo que debo decir es que trabajé con documentos y cualquier especulación que haya incluido está dentro de los límites de lo que la historia ya nos ha contado sobre cómo vivían las mujeres y los pobres de la época.

Leí muchas obras, muchas fuentes históricas secundarias, para darle contexto a la información que encontré sobre estas mujeres. Me pasé mucho tiempo en los archivos y saqué la información de una variedad de registros: censos, certificados de nacimiento, casamiento y defunción, registros escolares, de vivienda social, de empleo, de las fuerzas armadas, en fin, de todos lados. Existe un enorme cuerpo de información allá fuera tratando de decirnos algo sobre las vidas de los pobres en aquella época, solo hay que ir a buscarlo. Me tomó tres años desde que empecé a armar la propuesta del libro hasta que pude verlo en la repisa.

¿Qué tenían en común Polly, Annie, Elizabeth, Kate y Mary Jane, además de un victimario?

Nada, o nada más allá de su pobreza y su alcoholismo. Ellas representan una muestra aleatoria de mujeres pobres que vivían en Londres durante la segunda mitad del siglo diecinueve. Por eso es que cada una de sus historias es tan única.

Es curioso que un homicidio se haya convertido en una historia de terror popular. Detrás de esta transición está la apatía con la que la sociedad británica miró a las mujeres solteras y pobres durante un largo periodo de la historia. ¿Todavía se degrada a las mujeres de clase baja en el Reino Unido? ¿Se encuentra vivo el sexismo y el clasismo en la sociedad actual?

El sexismo y el clasismo están vivos y coleando en la Inglaterra de hoy. Sin embargo, la sociedad ha progresado tremendamente en los 133 años que van desde 1888. Aunque los pobres no vivan en casas de trabajo, todavía se les escarmienta por su pobreza, aunque de modos más sutiles. Gracias al mejoramiento en el acceso a educación y al control de la natalidad, las mujeres que nacen en familias de clase trabajadora tienen más opciones en sus vidas que antes. Pero hay mucho sexismo y clasismo atrincherado y sistemático, está en nuestro lenguaje, nuestros prejuicios y suposiciones, y en cómo nos comunicamos, por ende se cuela en nuestras leyes, política, lugares de trabajo y en especial en la vida doméstica. Sexismo, clasismo y racismo están tan normalizados que una buena parte de nosotros dejamos de ver lo que tenemos al frente.

La prensa del siglo XIX logró convertir las víctimas de un asesino en una suerte de caricatura despojada de empatía. Esto sucedió cuando los medios apenas gateaban. Ha aumentado el poder del ciudadano de a pie para defenderse de los medios en la actualidad?

La caracterización y deshumanización de las víctimas del Destripador no sucedieron solo a manos de la prensa del siglo XIX, sucedió durante los 133 años que siguieron a los asesinatos. Sucedió en el siglo XX a medida que estas mujeres se volvieron más y más sexualizadas por la cultura popular en los 50, los 60 y los 70. Hollywood ayudó a hacerlas menos como individuos y más como caricaturas unidimensionales del tipo 'prostituta victoriana'. Por haber sido deshumanizadas por años, el interés en saber quiénes fueron en realidad se redujo, y así la leyenda del Destripador pudo vivir sin competidores.

Claro que hoy en día sería ilegal en muchos países construir leyendas vacuas y dañinas alrededor de individuos. Sin embargo, eso no significa que los medios y las personas con autoridad dejen de demonizar a ciertas mujeres, Hilary Clinton es un ejemplo de esto. Las redes sociales han cambiado el paisaje en términos del poder que ciertos individuos poseen para cambiar narrativas sobre las personas que están en el ojo público, y cómo podemos convertirlos en héroes o villanos.

¿Cómo están cambiando el juego la televisión y al aumento de series bajo demanda?

La televisión realmente ha cambiado la manera en que los televidentes absorben una historia. Yo creo que esto ha tenido un impacto en la manera en que los escritores, tanto de ficción como de no ficción, están pensando acerca de sus propias narrativas. Mi trabajo, por ejemplo, ha sido influenciado por series y programas de televisión. Escritores de todos los medios pueden aprender unos de otros, y yo he aprendido un montón sobre cómo buscar el drama en una historia real, y cómo volverlo el hilo conductor de una narrativa de no ficción. Y es que la no ficción no tiene por qué ser densa o aburrida. Puede ser veloz en muchos casos, y algunas veces, las historias que presenta pueden ser más increíbles que la propia ficción.