La memoria de Emmanuel Carrère

Yoga: una de las disciplinas orientales que propone la transformación de la conciencia a través del ejercicio físico. Yoga: trabajo sobre la conciencia y el cuerpo en el que a través de un trabajo coordinado se busca, entre otras, cosas, mejorar como personas. Yoga: un camino que permite adentrarnos hacía la conciencia… No son definiciones sacadas de un manual de superación personal. Son la justificación del escritor Emmanuel Carrère para explicar el título de su ultimo libro, Yoga, publicado por la editorial Anagrama. Pero, ¿por qué Yoga?

Carrère ha practicado esta disciplina por más de treinta años y estaba convencido que el camino del yoga le podría ayudar a narrar los peores cuatro años de su vida. “El yoga y la meditación en el fondo son prácticas de poner atención, el poder de estar bien”, dijo.

El resultado fue un texto autobiográfico -o novela de no ficción como se catalogan algunos de sus libros- donde el escritor francés no solo es el narrador sino también el personaje. A través de capítulos cortos encontró la manera de contar los peores años de su vida, con la misma flexibilidad del yoga. Un tema, o una exploración que no tenía nada de fácil y que tangencialmente fue quedando explícita en la conversación con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez. “Fue muy apropiado para la experiencia que estaba tratando”, añadió Carrère. Se refería, entre otras cosas, a una profunda depresión.

“Si el yoga solo puede hablar de las partes apacibles, no es yoga. No totalmente”, aseguró. Todos tenemos momentos buenos y malos, de alegría y de tristeza. La diferencia con la bipolaridad es que exagera, amplifica, esos dos estados que tenemos todos. “¿Pero ¿cómo mantener esos dos caballos alineados? El yoga intenta hacerlos compatibles y que funcionen de manera simétrica”, explicó Carrère quien terminaría por contar anécdotas entrañables.

La experiencia del electroshock como ultima instancia para la gran depresión que sufría, por ejemplo. “En Francia ya no se llama así porque tiene mucha carga negativa”, cuenta Carrère que dice años atrás era una terapia dolorosa y traumática. Hoy es diferente. No solo porque no se siente sino porque hasta su nombre ha cambiado. Se llama terapia Electroconvulsiva. “Los siquiatras piensan que es el último recurso cuando ya no saben qué hacer”, confesó. A él lo sacó del pozo, pero con consecuencias.

Perdió parte de su memoria, aunque estuvo lejos de padecer los peores que efectos que lo podrían haber llevado a olvidar lo conversado hace dos minutos. “En mi caso la perdida ha quedado revertida totalmente”, Contó. Para ejercitar la memoria empezó a memorizar poesía, un género literario del que no era aficionado y conocía muy vagamente. “Hoy soy un asiduo lector de poesía.”

También confesó por qué aprendió a mecanografiar con diez dedos. Lo hizo de cierta manera por cariño o amor, no a una de mujer sino a quien fuera su editor y uno de sus mejores amigos: Paul Otchakovsky-Laurens, fundador de la editorial P.O.L que murió en 2018 en un accidente de coche.

Carrère recuerda que cuando viajaron juntos a Guadalajara para recibir el premio que le dieron en 2017, Otchakovsky lo encontró en el lobby del hotel escribiendo en su tableta. Lo hacía como siempre: con un solo dedo.

“¿Tú escribes con un solo dedo? Te conozco hace 35 años y no lo sabía… debes tomar mucho tiempo. Si supieras mecanografiar ganarías mucho tiempo”, le dijo su editor.

Carrère le contestó que él no escribía para ganar tiempo. Pero Otchakovsky no se dio por vencido. Aquella noche en México con varios tragos encima volvió una y otra vez sobre el asunto. “¿Tú crees que si escribo con diez dedos seré mejor?”, le preguntó Carrère. La respuesta fue una negación, pero Otchakovsky argumentaba que, para alguien que vive de estar sentado frente a un teclado, el escribir con diez dedos tenía algo de trascendental. “El murió y yo aprendí. Es cierto que escribo más rápido pero también es cierto que cometo más errores”.