Confesiones de una mujer valiente

- “Yo entiendo por qué lo escribe, lo que no entiendo es por qué lo publica”.

Las palabras son de la madre de Emilie Pine cuando leyó el manuscrito de Todo lo que no puedo decir (Literatura Random Mondadori) donde a lo largo de seis ensayos la escritora irlandesa cuenta diferentes aspectos de su vida y de su familia. Episodios, por cierto, nada gratos de leer o escuchar para un padre. O para una madre proveniente de una familia irlandesa donde la tradición dicta que todo lo que sucedía a los integrantes de la familia, se quedaba dentro de casa. Una actitud relacionada también con la protección.

“También tiene que ver con la vulnerabilidad, y ella estaba preocupada de que me atacaran, de que me hicieran daño”, contó Emilie Pine (Dublín, 1977) durante su conversación con la escritora colombiana Margarita Posada en el Hay Festival Digital Colombia, en la sede virtual de Medellín. Pero cuando sostuvo aquella conversación con su madre, Pine ya había tomado la decisión de publicar un libro acerca de su vida. Y con toda la honestidad posible, según se había prometido.

No lo había planeado así desde el comienzo. El primer ensayo del libro nació como un texto único y privado. Era sobre su padre alcohólico. “Escribí sobre cómo amar a alguien que es adicto”, contó. Estaba planteado como un proyecto personal, casi como una catarsis para entender la relación con un padre que había estado a punto de morir. “Las veces que él me falló, las veces que yo le fallé, sus vulnerabilidades, las mías”. Había sobrevivido y ahora ella quería entender sobre su relación a través de la escritura. Así hizo y una vez terminado se lo mostró a su pareja, también escritor.

“Le encantó. Me dijo que otra gente se podría sentir identificada”. La primera sorprendida fue ella pues, como sucede en muchos de estos casos, creyó que su historia no era relevante. Mandó el manuscrito a una pequeña editorial de corte feminista que de inmediato dijeron que lo querían. Y no solo eso. Le dijeron que querían un libro suyo sobre el tema que quisiera. “Mi mente explotó”, dijo. Decidió que escribiría sobre su vida. Incluía el capitulo del padre, pero también sobre ella, su experiencia con las drogas y el alcohol, su depresión no diagnostica en la adolescencia y con su cuerpo, especialmente su lucha por ser madre.

“Este libro rompió la ficción que mis padres tenían de mí. Pero me gusta pensar que ha creado algo nuevo”, dice Pine, que después de ser una adolescente con muchos problemas, expulsada de escuela tras escuela y testigo de la muerte de muchos de sus amigos, por efectos de las drogas o suicidios, descubrió el teatro, la academia y supo que quería pertenecer a ese mundo. Hoy es catedrática y su momento más feliz, dice, es estar en un salón de clase con ellos. “La razón por la que estoy aquí es suerte. Y porque mi madre se portó como una guerrera, se negó a dejarme caer. Ella estuvo ahí y nunca permitió que abandonara mis estudios”, reconoció.

Cuando les mostró el manuscrito, al padre y a la madre, no pidieron quitar nada. Pero estaban muy bravos. Había tocado el divorcio de ambos cuando ella tenía cinco años y describía los sentimientos que había percibido. “Eso fue lo único que saqué, y no porque me lo pidieran. Sino que entendí que tengo la libertad de describir mis emociones, pero respecto a los de otros se puede estar equivocado”, contó Pine, que confiesa que al final su madre entendió que hablar de lo malo también puede ayudar al otro. Tanto que Todo lo que no puedo decir se convirtió rápidamente en un bestseller en Irlanda.