El hombre que piensa que el pasado no fue mejor

“Sin la seducción hay muerte… Es la seducción la que nos lleva al deseo y sin el deseo no hay vida”, explica Gilles Lipovetsky en su conversación con Antonio Morales que tiene como tema central Gustar y emocionar (Ed. Anagrama), el último libro del sociólogo y filosofo francés al castellano. “Los griegos como Platón condenaban la seducción y lo único apreciable era la razón. Creo que esa posición es muy severa porque, aunque la seducción tiene cosas negativas, también cosas positivas”. El problema, argumenta Lipovetsky, es cuando se abusa de ella. Como en los tiempos actuales.

La Seducción, como se intuye desde estos primeros comentarios, es el concepto que atraviesa esta conversación que pasa por la covid-19, los efectos en la sociedad, la relación de los políticos con el arte de seducir y lo que podría ser el futuro. “Esta es una sociedad en la que hay que gustar”, explica. Hay que gustar a los niños, hay que gustar a los ciudadanos que depositan el voto, hay que gustar a los clientes...

“Pensamos que la pandemia iba a cambiar nuestra relación frente a la seducción, pero nada ha cambiado. ¿Estamos frente al fracaso del ser humano?”, pregunta Morales.

Lipovetsky responde con una negativa. En esta y otras respuestas, a pesar de las dificultades por las que atraviesa la humanidad, deja en evidencia que es optimista frente a muchos de los desarrollos y actitudes de la sociedad. “La mitología dice que antes todo era mejor. Eso no es verdad. Hay tendencias en el mundo de que hay cada vez más personas responsables, solidarias que quieren ayudar. Mañana no será diferente”, dice.

Siguiendo con la pandemia rescata la buena noticia de que en menos de un año la humanidad logró tener la vacuna para la covid-19. “Antes las pandemias dejaban a centenas de millones de muertos, por ejemplo la Peste española. Hoy gracias a la ciencia hemos logrado disminuirla, es innegable su capacidad de reacción”, explica.

Reconoce que ahora nos enfrentamos a otro problema, relacionado con la moral. El acceso a las vacunas dependiendo la riqueza de los países. “Pero veo que hay capacidad de reacción”, sentencia antes de seguir con el segundo argumento que demuestra que no hemos fracasado: “se ha dado prioridad a la vida antes que a la economía, al menos en Europa porque no ha sido así en Estados Unidos”, dice. Y señala que es más increíble aún porque se ha hecho todo lo posible por salvar a aquellos considerados menos útiles en una sociedad como son los viejos.

Es cierto que la pandemia ha tenido su impacto en algunos canales de la seducción. Campos como las plataformas audiovisuales o la compra en internet se han visto impulsados, pero otros sectores no. Pone como ejemplo los bares y las discotecas. Los políticos también han dejado de seducir. Y los compara con un director de hospital que no tiene nada de seductor. La mayoría de noticias que dan los políticos están lejos de ser positivas. Hay muchas criticas. La población se cuestiona por qué tomaron unas u otras medidas. Todo esto crea mayor desconfianza de los ciudadanos hacía los gobernantes”.

Las preocupaciones de Lipovetsky superan la pandemia, que terminará según asegura. Le da dos años. El desafío son el cambio climático, las amenazas del medio ambiente, que no han terminado. “Yo diría que apenas comienza… Si la temperatura media del planeta aumenta dos grados para finales del siglo, nos espera una tragedia”. ¿Qué hay que hacer? “Parar el teatro de la seducción”.

La pandemia más o menos lo paró, argumenta Morales. Al menos paró el hiperconsumismo que llega como respuesta a ese exceso de seducción que nos rodea. “La economía no va a cambiar, pienso. Pero sí la podemos arreglar”. Defiende la teoría que lo más importante para hacer cambios no son las restricciones sino los estímulos para favorecer otra manera de hacer las cosas. “Aportar capital para la economía verde, por ejemplo. No se eliminará la seducción, pero se concibe de otra manera”, dice. Habla así de los coches eléctricos, la agricultura ecológica, energías renovables, incentivar medios de transporte que no causen tanto daño al planeta... “Para eso se necesita un poder público que estimule la economía en el sentido correcto”.