El Hay Festival hace realidad el sueño del 'Boom' hispanoamericano

Texto publicado originalmente en La Vanguardia.

El trato directo entre autores colombianos, peruanos, venezolanos, mexicanos o españoles refuerza un sentido de comunidad literaria.

Juan Diego Mejía es una de las principales figuras literarias de Medellín, autor de dos novelas claves sobre la ciudad. En El cine era mejor que la vida refleja su infancia, algo atormentada, en los años sesenta, la vida comercial de sus calles y también su rígida estructura social. En Soñamos que vendrían por el mar se centra en los jóvenes revolucionarios de los años setenta, el compromiso político que llevó a muchos hasta la guerrilla, y el amor al teatro de otros, que se plasmó en apasionadas y pintorescas aventuras escénicas.

Estas novelas, publicadas por Alfaguara Colombia, no han sido distribuidas en España. Yo las leí para preparar un encuentro con el autor dentro del Hay Festival de Cartagena de Indias, donde discutimos sobre la narrativa urbana en Medellín y en Barcelona, así como de ciertas coincidencias generacionales. En el debate participó también el venezolano Sergio Dahbar, periodista y antiguo editor de Monte Ávila, hoy en activo con su editorial Dahbar pese a la difícil situación de su país, y figura de referencia para las generaciones más jóvenes.

En el mismo festival moderé un debate sobre novela policiaca entre el colombiano Santiago Gamboa y el argentino Guillermo Martínez. Participé en el encuentro sobre cuestiones editoriales, que organizan cada año los libreros zaragozanos Paco Goyanes y Ana Cañellas, donde intervinieron entre otros los españoles Daniel Fernández, Eduardo Riestra y Paca Flores; la venezolana Mariana Marczuck, la argentina Raquel Franco; el mexicano Diego Rabasa o la colombiana Margarita Valencia, que ha publicado un libro con testimonios de editoras de su país.

Charlé entre actos con la maravillosa Ida Vitale, uruguaya; con la peruana Karina Pacheco, autora de interesantes novelas con fondo antropológico, y con la exitosa colombiana-catalana Ángela Becerra.

Escribía José Donoso en Historia personal del boom que un gran problema de la literatura latinoamericana radicaba en que a sus cultivadores les era más fácil conocerse y leerse en Europa que salvar la incomunicación geográfica y cultural entre sus países. El boom de los años sesenta modificó esta situación, pero a un nivel minoritario. Quizás pensaban en ello Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes cuando hace tres lustros convencieron a Peter Florence, director del Hay Festival de Gales, para abrir una edición en la amurallada ciudad del Caribe.

Bajo la dirección de Cristina Fuentes La Roche, la convocatoria no ha parado de crecer, añadiendo festivales hermanos en Arequipa, Perú, y Querétaro, México, que se suman al español de Segovia que tutela Sheila Cremaschi. Centenares de autores de países de habla hispana se han ido dando cita ante millares de asistentes consolidando un sentido de comunidad literaria y haciendo real la transversalidad de sus literaturas, al menos en el importante nivel del trato personal, que la crucial cercanía de sedes y alojamientos de los encuentros Hay facilita.

Hace unos meses, en el Foro Edita de Barcelona, Cristina Fuentes explicaba que el foco de los Hay Festival radica en “el autor, la conversación y las ideas”. Y aunque el festival nació en Gales y hoy es internacional, sus convocatorias latinoamericanas no constituyen una franquicia. “Tenemos identidades en cada lugar que operamos. Somos locales e internacionales al mismo tiempo”. Estos encuentros cuentan con financiación pública y patrocinadores privados.

“Sentar a varios intelectuales de distintas disciplinas a dialogar es una idea renacentista. No hay ningún espectáculo tan mágico como una buena conversación”, añadió.

En nuestro ámbito ya existían ferias del libro de mucho éxito, como las de Guadalajara, Buenos Aires, Madrid o Bogotá, que incluyen un programa cultural. Pero, en menor o mayor medida, resulta complementario. En el Hay Festival es la base. El de Cartagena, clausurado el pasado domingo, acogió además de los citados a grandes figuras en varios idiomas (Margaret Atwood, Héctor Abad Faciolince, Nicole Krauss, Javier Cercas o Paolo Giordano). Y la presencia femenina fue dominante, con voces en alza como Valeria Luiselli o la narradora catalana Marta Orriols. No pocos de ellos fueron captados por la cámara del fotógrafo de escritores por excelencia, Daniel Mordinski.

El recuerdo de los grandes pioneros de la década de los sesenta no estaba lejano. Escuché a varios ponentes citar el libro de Xavi Ayén Aquellos años del boom, como referencia para entender el presente, y el poster del libro colgaba en solitario de una pared de la frecuentada librería Abaco.

Los grandes grupos multinacionales del libro en castellano, Planeta y Penguin Random House, se encuentran presentes en el Hay con autores y recepciones. Junto a ellos, tienen presencia editoriales independientes del continente americano como Ícaro, Contexto, Sexto Piso, Luna o Pequeño Editor.

Sospecho que a Gabriel García Márquez y a Carlos Fuentes les hubiera gratificado ver en Cartagena el ascendente resultado de su sugerencia.