Escritores anfibios

Tres países, tres oficios que caminan junto a la literatura y tres miradas distintas. Pero todos coinciden en que ser latinoamericano es una forma de estar en el mundo y una forma de mirar. Así lo dice Diego Erlan, nacido en la provincia argentina de San Miguel de Tucumán. Lo acompañan Mariana Torres, escritora brasilera radicada en España y Eduardo Plaza, chileno.

“¿Cómo saber cuándo una historia se transmite mejor a través del guión de cine, la crónica, el ensayo, el cuento o la novela?”, les pregunta el moderador Camilo Hoyos.

Eduardo se apresura a responder que es un periodista pudoroso en extremo, que en ocasiones se inventaba lo que decían sus fuentes cuando ejerció de reportero. Así que es la soledad frente al ordenador la que le permite hacer prosa de la razón y escribir historias sobre el contexto que lo rodea.

Mariana estudió guión cinematográfico y dicta talleres de escritura. Pero a la hora de crear es monotarea, o cine o literatura. “En guión las palabras no sirven de nada, no tenemos en cuenta la prosa”. Y para escribir necesita callar la mente, darle prioridad a lo visceral, por lo que opina que es bueno arrancar muy rápido y luego parar a pensar sobre lo escrito.

A diferencia de lo que le pasa cuando escribe periodismo, Diego no tiene idea a qué lector está yendo en el momento de hacer literatura. “Escribo contra mí mismo, dice, creo que mis dos libros van contra la familia; en esa intimidad hay algo político”.

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