Leer y filosofar

«Cada ser humano puede ejercitarse en la tarea de examinarse y reconocerse de un modo crítico […] Cada ser humano puede así llegar a ser quien es de verdad. O, sencillamente, filosofar». Esta es la reflexión que hace Wolfram Eilenberger a propósito de la idea de «crítica» en Walter Benjamin, uno de los filósofos, junto con Heidegger, Cassirer y Wittgenstein, cuya historia nos cuenta en Tiempo de magos, su más reciente libro.

Con un planteamiento similar comenzó la charla sostenida entre Eilenberger, la escritora chilena Diamela Eltit y el filósofo español Santiago Auserón, en el patio de la delegación del Centro Histórico. Para filosofar, para cuestionarse sobre sí mismo y sobre el mundo, no es necesario leer ni ser un erudito sino simplemente indagar, a partir del reconocimiento de que muchas de esas preguntas no tienen respuesta y de que, en una actitud socrática, sólo llegaremos a saber que no sabemos nada.

Es posible, pues, filosofar desde la literatura, como lo hace Eltit en su novela Sumar, en la que, a partir de una marcha de vendedores ambulantes hacia un ente abstracto llamado «la moneda», ofrece al lector su visión del mundo contemporáneo, con su producción cada vez mayor de desposeídos. Lo mismo desde la música, como lo ha hecho Auserón en su larga carrera de cantante, pero también en sus ejercicios filosóficos, al indagar sobre la relación originaria entre la música y el logos. O como lo hace Eilenberger, al acudir a la historia de la Europa posterior a la Primera Guerra Mundial y a las historias particulares de sus personajes, para encontrar los vínculos entre éstas y sus planteamientos filosóficos.

Si para el filósofo alemán el nexo entre filosofía y literatura está en la capacidad de encontrar los detalles, para el español radica en la escritura misma, en el hecho de poner los pensamientos por escrito, se trate de contar historias o de ensayar sobre algún tema. La charla desembocó en una discusión sobre el carácter disciplinario de la filosofía académica frente a su natural rebeldía, en un ida y vuelta de argumentos que fueron desde la Grecia arcaica y Platón hasta Foucault y el postestructuralismo francés. Como buena charla filosófica, y frente a un tema tan extenso, el tiempo resultó insuficiente.