Anatomía de la anomalía

Hervé Le Tellier, miembro del grupo literario Oulipo, ha recibido recientemente el premio Goncourt por su novela La anomalía, con la que se ha colocado como uno de los autores más populares y vendidos de las letras francesas (más de un millón de ejemplares en Francia).

La anomalía cuenta la historia de un avión que hace un viaje de París a Nueva York. Sin embargo, tres meses después, el vuelo se repite, y el mismo avión vuelve a aterrizar, con los mismos pasajeros, en la ciudad estadounidense. Todos se preguntan, ¿qué hacer con esa anomalía?

Le Tellier dice que es una novela que nació de la confrontación con uno mismo. Para ello, necesitó dos elementos: un individuo, y su doble, que se genera a través de las circunstancias a las que se enfrenta.

Al inicio, creó veinte situaciones diferentes a las que se podría enfrentar un individuo, incluido el sacrificio. De ellas, retuvo ocho. Para cada situación creó un personaje. Hizo lo inverso a lo que acostumbran los novelistas. En lugar de crear un personaje y luego una situación, creo las situaciones, y después los personajes que nacen de ellas. Finalmente desarrolló ocho personajes, y a ocho dobles.

Para Hervé la estructura de la novela es muy importante. Siempre se interroga: ¿cómo hacer desaparecer el artificio de un libro? Le gustan las novelas bien estructuradas, como si fuesen catedrales, o pequeñas iglesias, pero donde la arquitectura es fundamental para que todo elemento esté en armonía con los demás.

En el caso de La anomalía, su modelo fue una novela de Italo Calvino, quien también fue miembro del Oulipo, Si una noche de invierno un viajero. Pero también El secuestro de George Perec, escrita sin la letra “e”. La desaparición de la letra “e” es, de alguna forma, lo que inspiró la desaparición de los personajes de La anomalía.

Hervé afirmó que los libros son simulaciones del mundo. Y su novela trata de reflejar eso, desde un punto de vista político, religioso y científico. No es posible saber si su libro es una fábula, un cuento moral, o una novela en sentido estricto. En todo caso, su objetivo era decir que vivimos en un mundo en donde estamos a mereced de la imaginación.

Para nosotros, concluyó, no hay nada más cercano que la ficción. Madame Bovary, dijo, existe de verdad.