El poder del dibujo

El Museo de la Ciudad abrió sus puertas para recibir a dos de los grandes de la novela gráfica en Latinoamérica: Powerpaola y Bef. Ambos autores reflexionaron sobre este género literario, que hasta hace diez o quince años seguía resultando incómodo y extraño para editores y libreros, y por supuesto para los lectores, pero que hoy en día se encuentra robustecido, en buena medida porque el dibujo es una manera barata, sencilla y natural de expresar cosas. Los humanos más antiguos lo hicieron en las paredes de una cueva. Los de hoy lo hacen sobre un papel, o en la pantalla de una computadora.

Un buen estado de salud derivado de la cultura de la imagen en la que vivimos, pero también de la explosión de las redes sociales como forma de comunicación, al menos en el caso de Powerpaola, quien hace más de diez años se dio a conocer en su blog y hoy día sigue haciéndolo, incluso de manera colectiva, en el de Chicks on Comic, una agrupación de moneras de Latinoamérica y Europa a la que pertenece.

Lo cierto es que hoy podemos hablar ya de una generación de moneros y moneras latinoamericanos que han demostrado que las buenas historias, aquellas que conmueven y nos dicen algo de las complejidades del hombre y de la vida, se pueden contar también en imágenes, con estilos propios y en formatos distintos.

La obra de ambos autores confirma lo anterior. Virus tropical, de Powerpaola, recientemente llevada al cine, aborda su propia vida en el seno de una familia de cuatro mujeres, primero en Quito y luego en Cali. Es el recuento de los primeros ritos de iniciación femenina, con miras a lograr una vida independiente. El instante amarillo, de Bef, reconstruye la historia de María, una niña de trece años inmersa en ese torbellino llamado adolescencia, cuya vida, gracias al amor, la música y la literatura, está por cambiar definitivamente. Hay, pues, un interés común por los ritos de paso, si bien la manera de tratarlos es sumamente distinta en cuanto a estilo y forma. Por caminos diversos, ambos autores resuelven el drama de sus personajes, al tiempo de hacer un repaso por la sociedad en la que están inmersos. Si Bef nos lleva al tianguis del Chopo a intercambiar discos y fanzines en medio de punks, darketos, metaleros y demás, con los Sex Pistols, The Cramps o Siouxie and The Banshees de fondo, Paola nos traslada a las calles de la Cali de los noventa, en plena guerra de los carteles colombianos, que sin embargo no impidió los parches juveniles llenos de bareta, perico, salsa y rock. Dos autores, pues, que retratan de manera íntima y profunda los conflictos, el entorno y la vida de toda una generación.