Tres años de Bogotá39 (XI). Mauro Javier Cárdenas

Con el objetivo de seguir celebrando la buena literatura, resaltando el talento y la diversidad de de producción literaria en Latinoamérica, hablamos con los integrantes de la lista Bogotá39-2017, tres años después de haber sido seleccionados. Hoy con nosotros el escritor Mauro Javier Cárdenas (Ecuador), autor, entre otros trabajos de The Revolutionaries Try Again.

Han pasado tres años desde que se publicase la lista Bogotá39-2017 y fuiste seleccionada. ¿Nos puedes contar cómo ha continuado tu trabajo como escritor desde entonces?

Quizás porque me demore más de una década en terminar mi primera novela, mi mente, viendo el fin en el horizonte, ha decidido acelerarse (o, como hubiéramos dicho en mi colegio jesuita guayaquileño, ha decidido ponerse las pilas (o, como hubiera dicho mi abuelo Mauro, ha decidido despabilarse el señorcito)), y ya terminé de escribir dos novelas: Aphasia, la #2, que FSG publicara ahora en noviembre, y American Abductions, la #3, la cual incluye un carro parlante algorítmico llamado Leonora Carrington.

Eres novelista y ensayista. ¿Podrías compartir con nosotros los nombres de tus autores/as favoritos en cada género? 

Creo que estoy en una etapa de mi vida (por llamarla algo) en que mis libros favoritos son los que generan imágenes para mis libros o los que aparecen directa o indirectamente en mis libros: Los últimos testigos de Svetlana Alexievich (en la #3), Corrección de Thomas Bernhard (en la #2), la primera mitad de Austerlitz de W.G. Sebald (en la #2), el cuento de la hiena come cara y el cuento de las ratas psicólogas de Leonora Carrington (en la #3), las primeras 50 páginas de Interstate de Stephen Dixon (en la #3), el capítulo de Time Passes en To The Lighthouse de Virginia Woolf (en la #2), el Guachito en 2666 de Roberto Bolaño (en la #4).

¿En qué proyecto/s estás involucrado en estos momentos?

Dado que mis dos últimas novelas tratan de temas bastante tristones (o, como diría mi mamá, temas bastante traumáticos), he estado intentando escribir una novela disque feliz, o sea en la que no se admiten memorias o suceso infelices, y todo iba bien (según yo) hasta que el virus interfirió con mi disque felicidad.

¿A qué paisano/a tuyo recomendarías para una hipotética Bogotá39-2027?

Natalia García Freire, cuya novela Nuestra Piel Muerta comienza así: “No creo que mi difunto padre me esté observando. Pero su cuerpo está enterrado en este jardín, lo que queda del jardín de mi madre, rodeado por babosas, arañas, camello, lombrices, hormigas, cucarrones, y cochinillas”.

¿Cuál deber ser el papel de la cultura en el mundo post-cuarentena? ¿Crees que cambie mucho en relación al contexto previo?

El Mauro cínico contestaría que nada va a cambiar porque los humanos somos la misma huevada antes y después de las catástrofes, y el Mauro charlatán contestaría que el papel de la cultura no ha cambiado desde el inicio de la humanidad y pues los artistas deben de seguir enfocándose en lo que les dé la gana, y el Mauro sarcástico contestaría que qué lata la palabra “cultura” y la palabra “artistas,” y el Mauro optimista contestaría que quizás los escritores puedan por fin servir para algo y comenzar a transcribir sus versiones de lo que el escritor Kim Stanley Robinson llama la nueva “estructura del sentimiento,” eso que sentimos por acá en los Estados Unidos por una semana, por ejemplo, cuando el gobierno dijo que hay plata infinita para sustentar la economía y quedó clara la gran mentira de que no hay plata para que toda la ciudadanía (a través de un salario básico universal, salud y educación gratuita, etc.) tenga una vida digna.

Borges se imaginó el paraíso como una gran biblioteca, Kafka se imaginaba viviendo en un sótano donde pudiese leer, y Woolf recalcó la importancia de una habitación propia para escribir poesía y ficción. En tiempos de confinamiento y con los nuevos formatos de lectura digital, tal vez ellos hubieran cumplido sus fantasías. Para un escritor, ¿es la cuarentena un paraíso o una pesadilla?

Me parece horroroso hablar demasiado sobre mi experiencia durante la cuarentena ya que la cuarentena no ha terminado y hay tanta gente afectada que no puede darse el lujo de quedarse en casa, entonces prefiero limitarme a decir que la cuarenta no es ni paraíso ni pesadilla para mi sino otro suceso al que he tenido que habituarme.

¿Durante el confinamiento estás siendo más escritor o lector?

Ser escritor es ser lector, es ser escritor pero al principio del confinamiento hubo días en los que me pasó. como cuando llego a una ciudad nueva por primera vez: no podía leer porque había mucho que ver, y solo podía escribir anotaciones sobre lo que leía en las noticias y lo que veía en las calles y los supermercados. Ahora ya me acostumbre y me parezco más a el Mauro (o, como dirían los estadounidenses, a el Morow) de antes.

¿Cuál es el libro inevitable durante el confinamiento?

No he podido enfocarme en un solo libro, lo que quizás no sea tan diferente a como era en el preconfinamiento, pero si he podido concentrarme en muchas páginas de Ducks, Newburyport de Lucy Ellman y en los cuentos de horror de Claudia Hernández.