Mediante consejos, anécdotas, recomendaciones de lectura y reflexiones, Alberto Villarreal se enfrenta a las cicatrices abiertas del corazón roto en Nada nunca termina, pero hay que decir adiós. No como una herramienta para olvidar, sino como una guía para sanar aceptando que, a veces, también hay que aprender a soltar.