Entrevista con Ana Cañellas y Paco Goyanes, Librería Cálamo, Zaragoza

Podrían darnos un breve panorama de la situación de Cálamo antes de la pandemia, es decir, ¿en qué contexto sorprendió a la librería esta crisis inesperada?

La semana anterior al estado de alarma y las medidas de confinamiento decretados por el Gobierno de nuestro país –el 15 marzo– los libreros independientes españoles terminábamos de celebrar un exitoso congreso en Málaga. Se respiraba optimismo, ganas de trabajar y se anunciaban por parte de la administración buenas intenciones hacia el sector librero.

En Cálamo las ventas navideñas habían ido muy bien y acabábamos de celebrar la gala de entrega de los XIX Premios Cálamo. Theodor Kallifatides, Tatiana Tibuleac e Irene Solà habían recogido sus galardones en una fantástica celebración de la amistad y la literatura.

El miércoles 11 de marzo Bernardo Atxaga presentó su última novela en la librería. El sábado 14 Cálamo cerraba sus puertas por tiempo indefinido, entre la estupefacción, la preocupación y, por supuesto, el miedo.


¿Cómo ha logrado sortear Cálamo estos inéditos meses de pandemia?

Con paciencia pero sin parar de hacer cosas. Por responsabilidad social y respeto a los trabajadores de las empresas de transporte, decidimos parar totalmente nuestra actividad, incluida la venta online y el reparto a domicilio. En ese momento no se conocían en su totalidad los mecanismos de transmisión del virus COVID-19 y nos pareció que era la mejor de las opciones, respetando por supuesto las de otros colegas que mantuvieron alguna de sus actividades comerciales.

Dedicamos buena parte del confinamiento a reflexionar sobre lo que habían sido nuestros 37 años de trabajo ininterrumpido, a leer mucho, a cuidarnos y cuidar de los nuestros y a intentar atisbar cómo sería el futuro que nos esperaba.

Nos acogimos a las medidas gubernamentales de apoyo al mantenimiento de los puestos de trabajo, negociamos con los bancos créditos en las mejores condiciones posibles y acordamos con nuestros proveedores nuevos plazos de pago, asegurando en todo momento que íbamos a cumplir con todas nuestras obligaciones contractuales.

Creamos líneas de contacto e intercambio permanente de ideas con otros colegas y con numerosos editores y distribuidores de la esfera independiente, tanto de nuestro país como de otros del área latinoamericana.

Y elaboramos y pusimos en marcha una campaña de fidelización de clientes y de aumento de los mismos.


Durante el periodo de cierre de la librería, ¿de qué formas procuraron mantenerse activos y a flote en medio de la adversidad?

Creo que para ambos el confinamiento fue un periodo de nuestras vidas muy duro, pero también uno de los más creativos y enriquecedores. No parábamos de hacer cosas, de pensar y trabajar. Vimos mucho cine, leímos sin parar, hablábamos tiempo y tiempo con nuestras familias y con amigos de todo el mundo, cocinábamos como para un regimiento...

Mantuvimos los clubes de lectura de manera online, organizamos de la misma manera presentaciones de libros, debates y una intensa celebración del Día del Libro, el 23 de abril, una festividad con mucho arraigo en nuestra comunidad.

No vendimos ni un solo libro, pero Cálamo no paró ni un instante de estar presente en las redes sociales, en nuestras newsletters semanales, llamando a nuestros clientes para interesaros por ellos y por sus familias, etc.

Lanzamos también una campaña titulada "Quieres apoyarnos" en la que proponíamos a los simpatizantes y amigos de la librería que se abrieran una "cuenta de librería", un sistema de pago bancario mensual que ya teníamos en Cálamo desde 1983. Fue un éxito emocionante: hemos cuadriplicado los clientes acogidos a esta forma de vinculación con la librería. Los mensaje de apoyo que recibimos fueron maravillosos y enternecedores.


Según algunas encuestas que han aparecido al respecto, el confinamiento ha producido un alza en los índices de lectura. ¿Es esta la experiencia que han tenido desde Cálamo, apreciar que la gente lee más al estar confinada?

Totalmente. La gente leyó mucho y sigue leyendo en la actualidad, todas las encuestas lo señalan. Nosotros invitamos a  nuestros clientes a que revisaran los libros no leídos de sus bibliotecas y que en la medida de lo posible aplazaran sus compras hasta el "desconfinamiento". También a que se abrieran una cuenta de librería para futuras adquisiciones o que compraran cheques regalo canjeables en el momento de la apertura de la librería a través de la página web todostuslibros.com


¿Cómo se ha modificado la realidad de la gradual reapertura? ¿Es muy notorio un descenso en la afluencia de lectores a la librería? ¿Han tenido algún tipo de incremento en las ventas web?

No ha habido un descenso de afluencia de lectores y compradores, al contrario: las ventas de los meses de mayo a agosto han sido muy superiores a las del año pasado. Esta circunstancia está ocurriendo no solo en Cálamo, sino en todas las librerías independientes que han creado una "comunidad de lectores" a lo largo del tiempo, no en las grandes cadenas ni en las librerías que han basado su estrategia comercial en descuentos y la competencia desleal. La gente no quiere que las librerías cierren, las consideran modelos de comercio de proximidad que tienen que sobrevivir.


Acabamos de rediseñar nuestra web, todavía es pronto para decirlo, pero sus cifras son esperanzadoras.

Con toda la incertidumbre que implica una pregunta de este tipo: ¿cómo ven desde Cálamo el futuro inmediato y a mediano plazo? ¿Es posible pensar en una vuelta a la anterior normalidad? ¿Pudiera ser el caso de que los libros se revaloren a partir de la supuesta importancia que han adquirido durante el confinamiento?


Somos optimistas, o mejor unos pesimistas esperanzados. Nada será igual, pero Cálamo y muchas librerías independientes sobrevivirán e incluso saldrán reforzadas. Lo pasaremos mal, seguro, pero estamos acostumbradas. 

La lectura es y será un maravilloso "bien refugio": nos acompaña y nos impele a la reflexión y la acción; llena nuestros tiempo de ocio y de trabajo; es un acto a la vez individual y social. Es una maravillla. Y las maravillas tienden a durar. Ojalá.