La plática entre Pablo D’Ors y Mónica Nepote versó sobre una gran cantidad de temas: el silencio, el caminar, la mística, la montaña, la religión, el cuerpo. Aunque todo convergió hacia un mismo punto: la experiencia de lo sagrado.
Mónica Nepote, al crear, siempre se interroga: “¿qué puede un cuerpo?”, y esa pregunta es fundamental para su práctica artística. También el caminar. La obsesiona cómo transformar en lenguaje la experiencia que pasa por el cuerpo.
Pablo d’Ors habló de la tradición peripatética, cuya escuela estipula que para pensar hay que estar en movimiento. En occidente, dijo, nos hemos olvidado de la contemplación y de la pasión. Antes de hablar, hay que dejarse tocar por las cosas, que lo que vemos nos afecte corporalmente. En la quietud, o cuando vamos a caminar en la montaña, lo que descubrimos es el cuerpo. El paseo por la montaña es una forma de oración. Pues existen dos paisajes espirituales en nuestra tradición: el desierto, que es una forma de la purificación, y la montaña, que es la cercanía con la luz.
Propone que todos, siete veces al día, nos conectemos con nuestro corazón, que hagamos una pausa, para escuchar, para leer, para la devoción, para la oración. Siete momentos que nos ayuden a unificar nuestra vida. Que dejemos de ocuparnos de lo urgente, y nos centremos en lo esencial. Hay que dedicar tiempo a nuestra alma. Y hay que ser humildes, pues la humildad viene de humus, de la tierra, del tocar la tierra.
Nepote comentó que está escribiendo un libro sobre la montaña desde hace cinco años. Y afirma que lo escribe desde el cuerpo. Es una historia que necesita un tiempo geológico para formarse, que se va construyendo poco a poco en las caminatas.
Es importante no tener prisa en la publicación, le dijo d'Ors. Porque el camino es la meta.
Para él la montaña es un ir y venir. Subir, experimentarla y bajar. Esto es fundamental, es como el ritmo respiratorio. La experiencia de la cima es la experiencia de la plenitud, y bajamos la montaña para compartir lo que hemos visto. La montaña simboliza la sabiduría del ascenso hacia una luz más pura, un aire donde se respira mejor. Y luego bajamos para compartir. Es necesaria una fuga mundi intermitente. Marcharse, pero siempre volver.
Según Pablo d’Ors existe ahora una nostalgia del silencio. Y la situación actual nos ha acercado a él. Y lo que hemos descubierto es que puede ser una revelación, pero también puede sumergirnos en el pánico. Porque en el silencio nos encontramos con las sombras, con las heridas del alma, con todo lo que hemos arrojado al inconsciente y que emerge cuando callamos. Y la meditación es una forma de sanar esas zonas oscuras.
La pandemia, afirmó, es una oportunidad de crecimiento. Pero hay que saber tomar esta oportunidad, de otra forma se nos va a escapar. Es difícil vivir la pandemia como una oportunidad, y no como una adversidad. Sin embargo, hay que creer que es así. La fe no es un don, sino una tarea. Es una dedicación, un camino, un esfuerzo. Y hoy tenemos la oportunidad de trabajar la fe, de creer, de crearnos de otra forma. Hay que abandonarse siempre, en el arte, en el amor, en la fe, porque es así como el hombre alcanza su verdadera dimensión.