"Mi amor fue primero a los libros, antes que a la música"

Mariana H: No sé si te sientes cómodo diciendo qué eres. ¿Qué profesión consideras que tienes?

Joselo Rangel: Vago. Cuando empecé a publicar me empezaron a invitar a ferias y eventos de literatura. Me sorprendió sentirme tan a gusto rodeado de escritores, yo siempre voy a presentaciones de libros, me interesa mucho. Siempre me han gustado las historias; mi amor fue primero a los libros, antes que a la música. Desde los diez años yo soñaba con ser escritor, me gustaba mucho la ciencia ficción, me gustaba leer y escribir cuentos, ser el más nerd de todos los nerd. Después vino el rock, y ahí es donde cambio todo. Sin embargo, las letras siempre me interesaron. Yo aprendí a tocar la guitarra sin la intención de ser virtuoso, sino de hacer este matrimonio entre letra y música que para mí es maravilloso. Hemos vivido toda nuestra vida con canciones, nos siguen emocionando, lo hemos visto en esta pandemia. Mucha gente me dice la música te salva, te hace poder estar mejor con la música celebras, lloras y eso es lo que me llama la atención de la música, porque la letra siempre está presente.

M: Me contabas que cuando empezabas a escribir canciones querías que saliera algo diferente, pero salía “María”. Al sentarte a escribir no una canción, sino una novela, ¿cómo encuentras esa voz?

J: Yo estudié diseño industrial, nada que ver con música. Digamos que sí tomé clases de guitarra y luego las dejé, siempre he sido más autodidacta: aprendo haciendo las cosas. Yo creo que viene de la filosofía punk, en la que te dicen apréndete tres acordes y saca una canción. No esperes a que alguien te apoye o que tengas una mejor guitarra. Ha sido muy importante, si no, no hubiera hecho nada. Escucho mucha música, cómo está acomodada, las palabras, cómo riman, las estudio y luego lo aplico. Todo es de una forma muy libre que fluye, en la escritura me pasa igual. La única forma de escribir y contar historias es escribiendo. Es muy simple, pero lo damos por hecho. A veces pensamos que uno necesita un oficio para hacer algo que nos gusta. Dije, si cada semana publico una columna en el periódico Excélsior, puedo hacer lo mismo con la ficción. Cada semana escribía un cuento y lo publicaba en un blog. Durante 2014 publiqué cincuenta y dos cuentos, algunos eran de dos páginas, una cuartilla, otros treinta o veinte. Trabajé con amigos, les pedí que me ayudarán a darme su feedback. Primero fue BEF, le mandaba mis cuentos y me daba sus comentarios. Todo eso que se hace en los talleres de cuento. Después le pedí ayuda a mi hermano Quique. Al final le pedí ayuda a Juan Gama, maestro de literatura y gran lector, con él estuve haciendo este taller de una sola persona y para estar en un taller, tienes que aceptar todo lo que te dicen. Estoy acostumbrado porque estoy en un grupo de integrantes muy talentosos, a veces mi canción no es tan buena y lo tengo que aceptar. Me encanta, por eso estoy en un grupo. La gente se sorprende de mi actitud, yo creo que es conveniencia si sabes que tu canción va a ser mejor después de pulirla.

M: En estos talleres de una sola persona, con BEF y con Gama, una cosa es dialogar con un compañero y otra cosa es llegar y que desmenucen las ideas cuatro personas. Es otro trabajo, no solo firmas solo tú, sino que hay una firma colectiva. En el libro firmas tú solo.

J: Llevo treinta y dos años con Café Tacvba, llevo mas años siendo un Tacvbo que no siéndolo. Alguien me paró en la calle y me dijo, qué hacen acá. Me habló en plural. Estoy solo, vengo al Hay Festival y dice cuándo tocas, le explico que escribo libros y me preguntó dónde los compro, pues es una librería. Son cosas muy obvias, pero siempre he pensado en cómo me verán. Tal vez como un monstruo de cuatro cabezas. A veces creen que Quique y yo somos la misma persona.

M: ¿Quienes son más salvajes, los músicos o los escritores?

J: Los escritores. He escuchado y presenciado anécdotas más salvajes de los escritores. Los rockeros tenemos más mala fama de atascados, pero no se cumple. Yo no bebo desde hace quince años. Pero hay de todo, los escritores son de armas tomar, no claudican.

M: La narrativa para niños que no es nada fácil, es más complejo para atraer a un niño o niña que a un adulto. La niña aburrida (Planeta, 2020) cuenta con un elemento de algo misterioso, algo perturbador, algo que desestabiliza. Cuéntanos de qué trata este libro.

J: Escribir para niños es muy difícil y no fue algo que yo me propuse, como muchas cosas que me han pasado en la vida. Esta historia se me ocurrió cuando le estaba contando un cuento para dormir a mis hijas. Siempre les preguntaba si querían que les contara un cuento o que lo inventara. Y siempre lo querían inventado. Para hacerlo, tomaba algo que les hubiera pasado a ellas, utilizaba eso como detonante. Un día, mi hija más pequeña me dijo que estaba aburrida. Le dije, juega sola, es que no me gusta, no puedo, necesito compañía, y de broma le dije, ve al espejo y ahí tienes a alguien con quien jugar. Usé esa anécdota para empezar el cuento donde empiezan a salir niñas del espejo y todo se vuelve un caos. Tanto que ella ya no quiere que estén ahí y su hermana mayor le dice que tiene que aprender a jugar sola para que desaparezcan. Cuando terminé, mis hijas estaban encantadas. Pasó un tiempo y fuimos a tocar a Lima, Perú, en el aeropuerto siempre hay fans, nos llevan regalos o se toman fotos. Ahí una chava nos llevó dibujos, el mío era un oso con lentes leyendo y una guitarra al lado y pensé en hacer algo con ella. Investigué y di con Nori Kobayashi. Le escribí y no me creyó. Juntos trabajamos por internet. Cuando recibí los primeros bocetos, vi al papá y dije, como que se parece a mí y también la mamá se parece a Lumi. A ella le pareció obvio y lo considero como un regalo de Nori.

M: ¿Estás escribiendo otro libro?

J: Todo el tiempo estoy tratando de escribir y me di cuenta de que trabajo mucho más cuando estoy en gira que cuando estoy en casa. Era una especie de terapia ocupacional, pero me di cuenta de que de gira se me hace más fácil y estando en casa es estar con la familia y estar ahí en las labores del hogar. Estando es casa es más difícil concentrarme. Por eso digo que soy un vago. Estando sentado es cuando me vienen las ideas. Toda mi vida ha sido igual, estar tumbado tocando la guitarra. De ahí vienen todas las canciones.