Transformación en marcha

Con un lleno total, conformado en su mayoría por mujeres de distintas edades, este jueves se llevó a cabo la primera de las dos mesas dedicadas a la campaña #metoo programadas en el Hay Festival Querétaro de este año, un festival muy femenino. Y es que si algo ha conseguido dicha campaña desde su surgimiento en octubre de 2017 ha sido precisamente dar voz y crédito a muchas mujeres víctima de acoso o agresión sexuales, revelando así los mecanismos que rigen en distintos planos, desde el familiar hasta el laboral, buena parte de las relaciones cotidianas entre hombres y mujeres, en las que el poder social, histórica y falazmente atribuido a los primeros juega un papel determinante.

En palabras de Lydia Cacho, uno de los mayores logros de la campaña ha sido el cambio de narrativa respecto a dichas relaciones, al plantear preguntas sobre prácticas hasta entonces consideradas normales por la sociedad. El mostrarlas a través de los relatos directos de miles de mujeres supone, pues, el inicio de un proceso de transformación frente al que no se debe bajar la guardia. «Estamos arriba de la ola», afirmó la autora de Los demonios del Edén. «Hay que tener cuidado de que no nos quiten la tabla», advirtió a renglón seguido Gabriela Jauregui, la moderadora de la mesa.

Imaginando el futuro de esta campaña, la ilustradora española María Hesse propuso la educación como el camino a seguir. Es indispensable que desde temprana edad, tanto en la casa como en la escuela, se inculque a niños y niñas la igualdad y el respeto mutuo entre los sexos. Wenceslao Bruciaga, en cambio, planteó el asunto como una «crisis de la heterosexualidad», como un tema que le resulta difícil extrapolar a las relaciones homosexuales pues, a su juicio, éstas se desenvuelven de manera más libre, menos culposa, una vez que cada quien ha asumido sus preferencias. Reconoció que el acoso existe y se da a todos niveles, y que no es tolerable que nadie sea obligado a hacer cosas que no desea. Sin embargo, hay veces que puede desembocar en el descubrimiento de uno mismo, como fue su propio caso. «Puede ser un catalizador para salir del clóset. Mejor eso que seguir en él».

Lo que es claro es que la transformación está en marcha. Y como toda gran transformación, será un proceso lento, lleno de subidas y bajadas, en el que la crítica y la resistencia al poder deben asumirse como bandera por parte de todos, hombres y mujeres por igual. Como bien afirma Rebecca Solnit, no se trata de un juego de suma cero en el que sólo un sexo puede ser libre y poderoso. «Somos libres juntos o somos esclavos juntos».