“No sé cómo estar en el aquí y ahora”

Es probable que André Aciman sea el primer escritor de la historia al que no sólo le pareció maravillosa la adaptación cinematográfica de su libro Llámame por tu nombre, sino que recomienda públicamente que la gente vea primero la película, como explicó durante la amena conversación que sostuvo con Felipe Restrepo Pombo en el marco del Hay Festival de Querétaro. Lejos de la falsa modestia, Aciman ofreció una razón muy específica para lo anterior: en el libro, desde la primera página nos enteramos de la gran pasión de Elio por Oliver, el profesor estadounidense con quien sostuvo un tórrido romance cuando era aún un atribulado adolescente. En cambio, en la película transcurre un largo rato donde se va tejiendo la trama y donde el espectador que no supiera nada de la historia no necesariamente sabría que la hostilidad que muestra Elio en realidad revela el enorme deseo que siente hacia Oliver. En palabras de Aciman, ello incrementa la tensión que finalmente se libera cuando los protagonistas se besan frente a la cámara, con lo cual ofreció a los asistentes un claro ejemplo de las diferentes estrategias a seguir entre el lenguaje cinematográfico versus el literario.

Otro de los temas que apareció por diversos momentos de la charla fue cómo la escritura de Llámame por tu nombre desbordó cualquier intención preestablecida que el autor hubiera tenido respecto a su propia obra. Para empezar, relató que el germen de la historia se produjo veinte años antes de escribirla, cuando intentó pasar unas semanas en una paradisiaca residencia de un pueblito italiano (como hace Oliver al inicio de la historia), pero jamás recibió respuesta del dueño, con lo cual de alguna manera actuó a través de su personaje su propia fantasía frustrada. Después comentó que numerosos detalles tanto de la trama como de los propios protagonistas vinieron dados por el entorno bucólico, pues si hubiera por ejemplo ambientado la historia en Nueva York, todo habría sido más sólido y vertiginoso. Y, por último, confesó que cuando la gente le solicita que cuente la historia desde el punto de vista de Oliver, y no de Elio, se declara incapaz por una sencilla razón: que ni siquiera entiende a Oliver, una “entidad desconocida”, por lo que le resultaría imposible situarse en su punto de vista.

Y ante la pregunta por la importancia literaria del tema de la memoria, Aciman explicó que lo de Elio es una especie de memoria fabricada, donde muchos años después rememora un episodio que no ha conseguido cerrar, pues continúa trasladando su deseo a eso que no podrá recuperar jamás. Aciman confesó que es un rasgo de su propia personalidad, pues se siente cómodo tanto viajando al pasado como incursionando en el futuro, y en cambio, aseveró con candidez: “No sé cómo estar en el aquí y en el ahora”, es decir, en el presente.