Kuper, un artista de su tiempo

Peter Kuper lleva más de cuarenta años dibujando cartones políticos. La revista que ayudó a fundar y que hasta el día de hoy edita, World War III, surgió a partir de los delirantes años ochenta y los peligros que encarnaba para el mundo el mandato de Ronald Reagan en los Estados Unidos. Desafortunadamente para él (y para el mundo), su país —y muchos otros— le han seguido proveyendo de material para el desarrollo de su fascinante sátira política. Después de Reagan vino Bush, y luego un demócrata como Clinton que impulsó el tránsito hacia la desigualdad y los desastres medioambientales, luego otro Bush, luego otro demócrata que con un semblante más amable firmó acuerdos de libre comercio que continúan con la precarización del trabajo, no fue capaz de poner un freno contundente a las tropelías de los mogules financieros, agudizó las deportaciones de migrantes e instaló un sistema de asesinatos teledirigidos y finalmente llegó el hijo pródigo del sueño americano: Donald Trump.

Kuper es un pensador y un activista que se cuestiona a cada momento que significa ser ciudadano de su sociedad y un hombre de su tiempo. Su virtuosismo plástico ha alcanzado registros múltiples que van desde la narración autobiográfica (No te olvides de recordar, Astiberri), hasta adaptaciones de grandes clásicos de la literatura universal (como La metamorfosis o Alicia en el País de las Maravillas), pasando por novelas gráficas sin palabras (El sistema), cuadernos de viaje (Diario de Oaxaca y Diario de Nueva York) y obras maestra de la novela gráfica de ficción como Ruinas, libro que le valió el máximo galardón que existe para los libros ilustrados en el 2017: el premio Eisner.

Su charla fue un recital visual que mostró su talento y su compromiso político. Un artista que no traza divisiones entre su vida y su obra sino un espejo de dos caras que muestra distintas perspectivas de su irrenunciable e inclaudicable relación con la realidad.