Pocos autores pueden presumir de haber creado además de una obra intensa y extensa, un territorio mítico. Luis Mateo Díez pertenece a ese exclusivo club. De su mano viajamos al Reino de Celama, con sus luces y sombras, con sus voces y los ecos de los vivos y los muertos. Pero el territorio literario de Mateo Díez es mucho más extenso y su capacidad de fabulación y de creación de personajes no parecen tener límites, como lo demuestra el medio centenar largo de obras publicadas. Lejana queda aquella novela que le abrió a un espectro amplio de lectores, La fuente de la edad, con la que ganó el premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa, en 1986; dos premios que volvió a unir en el año 2000 en La ruina del cielo. Algunas de sus obras como las que componen el ciclo de Celama (El espíritu del páramo, la ya citada La ruina del cielo y El oscurecer) han quedado como hitos en la historia de nuestra literatura reciente. Su infancia en la comarca leonesa de Laciana quedó plasmada en Días del desván. Dotado de una especial habilidad para reflejar emociones, a Mateo Díez nada humano le es ajeno y así se refleja en novelas como La gloria de los niños, La piedra en el corazón o las historias encerradas en El fulgor de la pobreza. Ha practicado todas las distancias narrativas, y también ha escrito ensayo, poesía y teatro. En sus últimas obras como La cabeza en llamas (premio Francisco Umbral al Libro del Año), Vicisitudes, Juventud de cristal o Los ancianos siderales, de próxima aparición, vuelve a mostrar su rico, fluido y preciso castellano, algo que para la crítica lo emparenta con Miguel Delibes, a quien se recordará en este acto con motivo del centenario de su nacimiento. Mateo Díez ocupa desde 2001 el sillón “I” de la Real Academia Española.
Conversará con la periodista y escritora Angélica Tanarro en este acto presentado por Fernando Zamácola, director de la Fundación Miguel Delibes.
En caso de lluvia este evento tendrá lugar a la misma hora en el Hotel Palacio San Facundo (Plaza San Facundo, 4).
Fotografía de Luis Mateo Díez: © Jeosm